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CARTA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
AL DIRECTOR DE "L'OSSERVATORE ROMANO"

 

Al ilustrísimo señor
Profesor GIOVANNI MARIA VIAN

Con gran estima y sincero afecto le dirijo mi saludo en el momento en que usted, querido profesor, asume el cargo de director de "L'Osservatore Romano", un cargo de gran responsabilidad a causa de la naturaleza peculiar del diario vaticano.

Su profunda formación cultural como historiador del cristianismo, especialmente su conocimiento de la historia del papado contemporáneo, su experiencia periodística, como editorialista de varios diarios y periódicos, la decenal colaboración con "L'Osservatore Romano", y también la pertenencia a una ilustre familia de gran tradición cristiana en el fiel servicio a la Santa Sede, constituyen una garantía segura para la delicada función que le ha sido encomendada.

Así se inserta usted en la larga y gran historia del "diario del Papa", que comenzó en el año 1861 y en cuya dirección se han sucedido diversas personalidades, desde el abogado de Forlí Nicola Zanchini, juntamente con el periodista Giuseppe Bastia, los primeros que asumieron este cargo, hasta el querido y apreciado prof. Mario Agnes.

"L'Osservatore Romano", fundado para sostener la libertad de la Santa Sede en un momento crítico y providencial de su historia, siempre ha difundido las enseñanzas de los Romanos Pontífices y las intervenciones de sus más íntimos colaboradores sobre los problemas cruciales que afronta la humanidad en su camino.

Es conocida la opción de imparcialidad que caracterizó la información del diario vaticano durante la primera guerra mundial. En medio de los acontecimientos que se sucedieron entonces, y después durante la segunda tragedia bélica del siglo XX, "L'Osservatore Romano" —desde finales de 1929 trasladado al interior del Estado vaticano— acrecentó ulteriormente su prestigio y su difusión, entre otras razones gracias a la posibilidad que tenía el diario de servirse de fuentes de información que en aquel período sólo podía garantizar la independencia vaticana.

Precisamente entonces, a este órgano de información autorizado y respetado se le sumaron importantes periódicos ("L'Illustrazione vaticana", "L'Osservatore della Domenica", "Ecclesia"), y más tarde comenzó a publicarse en ediciones periódicas en diversas lenguas, para asegurarle una difusión realmente internacional.

Esta dimensión mundial, que será aún mucho más concreta y eficaz a través de las posibilidades que brinda actualmente la presencia "en la red", resulta muy importante para expresar verdaderamente la realidad de la Iglesia universal, la comunión de todas las Iglesias locales y su arraigo en las diversas situaciones, en un contexto de sincera amistad con respecto a las mujeres y los hombres de nuestro tiempo.

"L'Osservatore Romano", buscando y creando ocasiones de confrontación, podrá servir cada vez mejor a la Santa Sede, mostrando la fecundidad del encuentro entre la fe y la razón, gracias al cual resulta posible también una cordial colaboración entre creyentes y no creyentes. Obviamente, su tarea fundamental sigue siendo la de favorecer en las culturas de nuestro tiempo la apertura confiada y, al mismo tiempo, profundamente razonable a lo Trascendente, sobre la que se funda, en último término, el respeto de la dignidad y de la auténtica libertad de todo ser humano.

Invocando sobre usted, sobre el subdirector doctor Carlo Di Cicco, así como sobre los colaboradores y sobre todos los que trabajan en la realización del Diario, la maternal protección de María santísima y la intercesión de san Pedro, de buen grado imparto mi bendición a todos como prenda de abundantes favores celestiales.

Vaticano, 27 de octubre de 2007

 BENEDICTO XVI



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