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CARTA DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI
AL CARDENAL LAURENT MOSENGWO PASINYA,
PREDICADOR DE LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES

 

Al venerado hermano
Cardenal Laurent Monsengwo Pasinya
Arzobispo de Kinshasa

Al final de la semana de ejercicios espirituales durante los cuales usted propuso las meditaciones sobre el tema de la comunión con Dios, deseo expresarle, venerado hermano, mi cordial gratitud por el valioso servicio que nos prestó a mí y a mis colaboradores.

Comentando algunos pasajes de la primera Carta de san Juan, usted nos guió en un itinerario de redescubrimiento del misterio de comunión en el que estamos insertados desde nuestro Bautismo. También gracias a este recorrido que usted marcó sabiamente, el silencio y la oración de estos días, de modo especial la adoración eucarística, estuvieron impregnados de profundo agradecimiento a Dios por el «gran amor» (1 Jn 3, 1) que nos ha dado y con el que nos ha unido a sí mismo en una relación filial, que desde ahora constituye nuestra más profunda realidad y que se manifestará plenamente cuando «al contemplarlo (…) seremos (…) semejantes a [él]» (Misal romano, Plegaria eucarística III).

Un motivo de particular alegría fue para mí poder percibir en su misma presencia, y en su estilo, venerado hermano, el peculiar testimonio de fe de la Iglesia que cree, espera y ama en el continente africano: un patrimonio espiritual que constituye una gran riqueza para todo el pueblo de Dios y para el mundo entero, especialmente en la perspectiva de la nueva evangelización. Como hijo de la Iglesia en África, usted nos hizo experimentar una vez más aquel intercambio de dones que es uno de los aspectos más hermosos de la comunión eclesial, en la que la variedad de las proveniencias geográficas y culturales logra expresarse de manera sinfónica en la unidad del Cuerpo místico.

A la vez que invoco sobre usted, querido hermano, la abundancia de las recompensas divinas y le expreso mis mejores deseos para su arduo ministerio, de corazón le imparto una bendición apostólica especial, que de buen grado extiendo a los sacerdotes y a los fieles encomendados a su solicitud pastoral.

Vaticano, 3 de marzo de 2102

BENEDICTO XVI



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