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DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
EN EL V CENTENARIO DE LOS MUSEOS VATICANOS


Sábado 16 de diciembre de 2006

 

Señores cardenales;
venerados hermanos en el episcopado;
amables señores y señoras:
 

Es para mí un honor y un placer acoger hoy a una representación tan cualificada de responsables de los más importantes museos de todo el mundo. Os saludo cordialmente a cada uno y os expreso mi sincera gratitud por vuestra visita. En primer lugar, saludo al presidente de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano, arzobispo Giovanni Lajolo, al que también doy las gracias por haberse hecho intérprete de los sentimientos de todos los presentes. Saludo al señor cardenal, a los obispos, a las personalidades y a los expertos provenientes de todos los continentes.

Mi agradecimiento se dirige de modo especial al director de los Museos vaticanos y a sus colaboradores, así como a cuantos han preparado y organizado el congreso, que concluye un rico calendario de iniciativas conmemorativas del V centenario de los Museos vaticanos. Las múltiples manifestaciones, que se han llevado a cabo durante todo el año, no sólo tendían a conmemorar acontecimientos del pasado, sino también a crear nuevas oportunidades de profundización para los numerosísimos visitantes que cada día acuden a los museos. De este modo, se ha puesto de relieve cuánto interés suscita un museo tan estratificado en el tiempo.

Por tanto, me congratulo por este simposio, cuya atención se centra en un tema de indudable interés:  la identidad y el papel del museo hoy y sus perspectivas futuras. La iniciativa del congreso, precisamente porque está dedicado al estudio de la función y de los objetivos de la institución "museo" en la sociedad contemporánea, no sólo se limita a un conjunto de conferencias de expertos. Más bien, habéis querido entablar un debate con estudios teóricos, intervenciones específicas, intercambios de experiencias y un diálogo franco, para que surjan elementos que permitan delinear mejor la función, que podríamos definir "educativa", del museo en el contexto de la actual sociedad globalizada.

Desde siempre la Iglesia sostiene y promueve el mundo del arte, convencida de que su lenguaje es un vehículo privilegiado de progreso humano y espiritual. Vale la pena recordar también en esta circunstancia la inscripción que mi venerado predecesor Benedicto XIV hizo grabar en la puerta de ingreso del Museo cristiano:  "Ad augendum Urbis splendorem et asserendam religionis veritatem" ("Para promover el esplendor de la ciudad de Roma y afirmar la verdad de la religión cristiana").

El desarrollo de los Museos vaticanos a lo largo del tiempo demuestra que estas finalidades siempre han estado muy presentes en el compromiso de los Pontífices. Al recibir el mes pasado al personal de esta importante institución, expliqué que en su "código genético" está inscrita esta verdad:  la gran civilización clásica y la judeocristiana no se oponen entre sí, sino que convergen en el único plan de Dios. Y añadí que se trata de una lógica propia dentro de todo el museo, que desde esta perspectiva se presenta verdaderamente como un todo unitario en la compleja articulación de sus secciones.

En definitiva, se podría decir que los Museos vaticanos pueden constituir una extraordinaria oportunidad de evangelización porque, a través de las diversas obras expuestas en ellos, dan a los visitantes un testimonio elocuente de la continua interrelación que existe entre lo divino y lo humano en la vida y en la historia de los pueblos. El ingente número de personas que cada día los visitan demuestra el creciente interés por estas obras de arte y estos testimonios históricos, que constituyen una síntesis maravillosa de Evangelio y cultura.

Precisamente a partir de la experiencia de los Museos vaticanos, resulta muy apropiada la elección realizada por los organizadores del congreso, que se han propuesto no limitarse a analizar los museos en su ordenamiento actual. Han pedido a los participantes que se interroguen más bien sobre el papel que los museos pueden desempeñar en el futuro, sobre la función que están llamados a cumplir en la época contemporánea, marcada por rápidos cambios sociales y en la que la red de las comunicaciones es la nervadura de todo el entramado de la humanidad.

Indudablemente, como se ha dicho durante los trabajos, la función del museo ha cambiado hoy notablemente:  de privilegio, el museo se ha convertido en derecho; de centro reservado a los artistas, a los especialistas y a los hombres de cultura, en nuestros días es cada vez más "casa" de todos, respondiendo de este modo a una generalizada exigencia formativa de la sociedad.

Además, con razón se presta una atención especial a las nuevas generaciones, que en los museos pueden reconocer las raíces de su historia y de su cultura. Sin duda, conviene impulsar toda oportunidad de favorecer la integración y el encuentro entre las personas y los pueblos. Desde esta perspectiva, también los museos, aun teniendo en cuenta las nuevas condiciones sociales, pueden transformarse en lugares de mediación artística, eslabones de unión entre el pasado, el presente y el futuro, encrucijada de hombres y mujeres de los distintos continentes, así como sitios de investigación y talleres de enriquecimiento cultural y espiritual.

Gracias a Dios, el diálogo cada vez más deseado entre culturas y religiones no puede menos de facilitar el conocimiento recíproco, haciendo más fructíferos los esfuerzos por construir un futuro común de progreso solidario y de paz para la humanidad entera. Los museos podrán contribuir a difundir la cultura de la paz si, conservando su naturaleza de templos de la memoria histórica, son también lugares de diálogo y de amistad entre todos.

Ilustres señores y señoras, os renuevo a cada uno mi cordial agradecimiento por vuestra visita y os deseo que vuestro trabajo diario contribuya a transmitir a las generaciones futuras el amor a la belleza que, como escribe Dostoievski, "salvará al mundo" (El idiota, p. III, cap. V). Con estos sentimientos, a la vez que os felicito por las fiestas navideñas ya próximas, invoco sobre todos vosotros y sobre vuestras familias la abundancia de las bendiciones de Dios.



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