DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A LOS MUCHACHOS DE LA ACCIÓN CATÓLICA ITALIANA
Sala del Consistorio
Sábado 20 de diciembre de 2008
Queridos muchachos de la Acción católica:
Me complace que también este año, al acercarse la santa Navidad, hayáis venido a alegrar con vuestra presencia estos palacios solemnes, en los que, por lo demás, siempre reina la alegría de servir al Señor. Os saludo a vosotros y a vuestros educadores, así como al presidente de la Acción católica italiana, al consiliario general y a vuestro nuevo consiliario nacional, don Dino.
Muchos dicen que los muchachos son caprichosos, que no se contentan con nada, que consuman juegos, uno tras otro, sin quedar nunca satisfechos. Vosotros, en cambio, decís a Jesús: tú me bastas. Esto significa: tú eres nuestro amigo más querido, que nos hace compañía cuando jugamos y cuando vamos a la escuela, cuando estamos en casa con nuestros padres, abuelos, hermanos y hermanas más pequeños, y cuando salimos con los amigos. Tú nos abres los ojos para que nos demos cuenta de nuestros compañeros tristes y de los numerosos niños del mundo que sufren hambre, enfermedad y guerra. Tú, Señor Jesús, nos bastas. Tú nos das la alegría verdadera, la alegría que no acaba como nuestros juegos, sino que penetra en nuestra alma y nos hace buenos.
Tú nos bastas sobre todo cuando te rezamos, porque tú siempre escuchas nuestras oraciones, que hacemos para que el mundo sea más hermoso y mejor para todos. Tú nos bastas porque nos perdonas cuando hacemos alguna travesura. Tú nos bastas porque, si nos perdemos, nos vienes a buscar y nos cargas sobre tus hombros como hiciste con la oveja perdida. Tú nos bastas porque tienes una Madre hermosísima que, antes de morir en la cruz, quisiste que fuera también nuestra madre.
Queridos pequeños amigos, ¿queréis también ayudar a vuestros compañeros a estar así con Jesús? Un muchacho de la Acción católica, cuando va a Jesús, procura llevar consigo algún amigo, porque quiere que también él lo conozca; no sólo piensa en sí mismo, sino que tiene un corazón grande y atento a los demás. Vosotros tenéis muchos educadores que os ayudan a vivir juntos, a orar y a crecer en el conocimiento del Evangelio. La verdadera finalidad de la Acción católica es ayudaros a ser santos. Por eso, os ayuda a encontraros con Jesús, a amar a su Iglesia y a interesaros por los problemas del mundo. ¿No es verdad que os estáis interesando por los niños y los muchachos más desafortunados que vosotros? ¿No es verdad que con el "mes de la paz" podéis hacer que también muchos adultos aprecien la paz, porque sabéis vivir en paz entre vosotros?
Sí, queridos muchachos, vosotros podéis pedir al Señor que cambie el corazón de los fabricantes de armas, que haga recapacitar a los terroristas, que convierta el corazón de quienes piensan siempre en la guerra y que ayude a la humanidad a construir un futuro mejor para todos los niños del mundo. Estoy seguro de que también vais a orar por mí, ayudándome así en la misión, nada fácil, que el Señor me ha encomendado.
Por mi parte, os aseguro mi afecto y mi oración. Y ahora con mucho gusto os bendigo a vosotros y a todos vuestros seres queridos. ¡Feliz Navidad a vosotros, a vuestras familias y a todos los muchachos de la Acción católica!
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