Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Me alegra poder mantener la cita dominical del Ángelus también aquí desde el Hospital Gemelli. Os doy las gracias a todos: he sentido vuestra cercanía y el apoyo de vuestras oraciones. Gracias de todo corazón. El Evangelio que se lee hoy en la Liturgia narra que los discípulos de Jesús, enviados por Él, «ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban» (Mc 6,13). Este "aceite" nos hace pensar también en el sacramento de la Unción de los enfermos, que da consuelo al espíritu y al cuerpo. Pero este "aceite" es también la escucha, la cercanía, la atención, la ternura de quien cuida a la persona enferma: es como una caricia que hace que nos sintamos mejor, que calma el dolor y anima. Todos nosotros, todos, necesitamos tarde o temprano, esta "unción", la cercanía y la ternura, y todos podemos dársela a alguien, con una visita, una llamada telefónica, una mano tendida a quien necesita ayuda. Recordemos que, en el protocolo del Juicio Final (Mateo, 25) una de las cosas que nos preguntarán será la cercanía a los enfermos.
En estos días de hospitalización, he experimentado una vez más lo importante que es un buen servicio sanitario, accesible a todos, como el que hay en Italia y en otros países. Un servicio sanitario gratuito que garantice un buen servicio accesible para todos. No debemos perder este bien tan precioso. ¡Tenemos que mantenerlo! Y para ello debemos esforzarnos todos, porque sirve a todos y requiere la contribución de todos. También en la Iglesia pasa a veces que alguna institución sanitaria, debido a una gestión inadecuada, no va bien económicamente, y el primer pensamiento que se nos ocurre es venderla. Pero la vocación, en la Iglesia, no es tener dinero, es hacer un servicio, y el servicio es siempre gratuito. No os olvidéis de esto: salvar las instituciones gratuitas.
Quiero expresar mi aprecio y mi aliento a los médicos, a los sanitarios y a todo el personal de este hospital y de otros hospitales. ¡Cuánto trabajan! Y recemos por todos los enfermos. Aquí hay algunos pequeños amigos enfermos... ¿por qué sufren los niños? Por qué sufren los niños es una pregunta que toca el corazón. Acompañarlos con la oración y rezar por todos los enfermos, especialmente por los que se encuentran en las condiciones más difíciles: que no se deje a nadie solo, que todos reciban la unción de la escucha, de la cercanía, de la ternura y del cuidado. Lo pedimos por intercesión de María, nuestra Madre, Salud de los Enfermos.
Después del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas:
En los últimos días, mi oración se ha dirigido a menudo a Haití, tras el asesinato del presidente y la agresión a su esposa. Me sumo al sentido llamamiento de los obispos del país para "deponer las armas, elegir la vida, elegir la convivencia fraternal en interés de todos y en interés de Haití". Estoy cerca del querido pueblo haitiano; espero que la espiral de violencia cese y que la nación pueda reanudar el camino hacia un futuro de paz y concordia.
Hoy es el "Domingo del Mar", dedicado de manera especial a la gente de mar y a todos los que dependen del mar para su trabajo y sustento. Rezo por ellos y exhorto a todos a cuidar los océanos y los mares. Cuidar la salud de los mares: ¡nada de plástico en el mar!
Recuerdo y bendigo a todos los que hoy participan en la peregrinación de la Familia de Radio María al Santuario de Czestochowa, en Polonia.
Hoy se celebra la fiesta de San Benito, abad y patrón de Europa. ¡Un abrazo a nuestro santo protector! Felicitemos a los benedictinos y benedictinas de todo el mundo. Y los mejores deseos para Europa, que esté unida en sus valores fundacionales.
Y a todos, buen domingo! No os olvidéis de rezar por mí. Buen almuerzo y ¡hasta pronto!
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