PAPA FRANCISCO
ÁNGELUS
Plaza de San Pedro
Domingo, 6 de octubre de 2024
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Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz domingo!
Hoy en el Evangelio de la liturgia (cf. Mc 10,2-16) Jesús nos habla del amor conyugal. Como otras veces, algunos fariseos le hacen una pregunta provocadora sobre un tema controvertido: el repudio de la mujer por parte del marido. Quisieran arrastrarlo en una polémica, pero Él no lo permite, es más, aprovecha la ocasión para llamar su atención sobre un discurso más importante: el valor del amor entre hombre y mujer.
En la época de Jesús la condición de la mujer en el matrimonio estaba en gran desventaja respecto a la del hombre: el marido podía echar, repudiar a la mujer, incluso por motivos banales y esto se justificaba con interpretaciones legalistas de las Escrituras. Por eso, el Señor reconduce a sus interlocutores a las exigencias del amor. Les recuerda que el Creador quiso que mujer y hombre fueran iguales en la dignidad y complementarios en la diversidad, para poder ser el uno para el otro una ayuda, compañía, pero al mismo tiempo un estímulo y un desafío para crecer (cf. Gen 2,20-23).
Y para que eso suceda, subraya la necesidad de que su entrega recíproca sea plena, que involucre, que sea sin “medias tintas” – esto es el amor – que sea el inicio de una vida nueva (cf. Mc 10,7; Gen 2,24), destinada a durar no “hasta que no funcione”, sino para siempre, acogiéndose de manera recíproca y viviendo unidos como “una sola carne” (cf. Mc 10,8; Gen 2,24). Por supuesto, esto no es fácil, requiere fidelidad, también en las dificultades, requiere respeto, sinceridad, sencillez (cf. Mc 10,15). Requiere estar abiertos a la confrontación, a veces a la discusión, cuando sea necesario, pero siempre dispuestos para el perdón y para la reconciliación. Y recomiendo: marido y mujer, discutid todo lo que queráis, con la condición de que se hagan las paces antes de que acabe el día. ¿Sabéis por qué? Porque la guerra fría del día siguiente es peligrosa. “Y dígame, Padre, ¿cómo se hacen las paces?” – “Basta una caricia, así”, pero nunca acabéis el día sin hacer las paces.
No olvidemos, pues, que para los esposos es esencial estar abiertos al don de la vida, al don de los hijos, que son el fruto más hermoso del amor, la bendición más grande de Dios, fuente de alegría y de esperanza para cada hogar y para toda la sociedad. ¡Tened hijos! Ayer tuve un gran consuelo. Era el día de la Gendarmería y vino un gendarme con sus ocho hijos. Era hermosísimo verlo. Por favor, estad abiertos a la vida, a lo que Dios os mande. No olvidemos que para los esposos es esencial estar abiertos al don de la vida.
Queridas hermanas, queridos hermanos, el amor es exigente, sí, pero es hermoso y cuanto más nos dejamos implicar más descubrimos en él la verdadera felicidad. Y ahora que cada uno se pregunte en su corazón: ¿Cómo es mi amor? ¿Es fiel? ¿Es generoso? ¿Es creativo? ¿Cómo son nuestras familias? ¿Están abiertas a la vida, al don de los hijos?
Que la Virgen María ayude a los esposos cristianos. Nos dirigimos a Ella en unión espiritual con los fieles reunidos en el Santuario de Pompeya para la tradicional Súplica a Nuestra Señora del Santo Rosario.
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Después del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas:
Mañana habrá pasado un año del ataque terrorista contra la población en Israel, a la que renuevo mi cercanía. No olvidemos que todavía hay muchos rehenes en Gaza, para los que pido la inmediata liberación. Desde aquel día, Oriente medio se ha sumido en un sufrimiento cada vez más grave, con acciones militares destructivas que continúan golpeando a la población palestina. Esta población está sufriendo muchísimo en Gaza y en los demás territorios. Se trata, en la mayor parte, de civiles inocentes, que deben recibir toda la ayuda humanitaria que necesiten. Pido un alto el fuego inmediato en todos los frentes, incluido el Líbano. Recemos por los libaneses, especialmente por los habitantes del sur, obligados a dejar sus pueblos.
Hago un llamamiento a la comunidad internacional, para que ponga fin a la espiral de venganza y no se vuelvan a repetir los ataques, como el que ha perpetrado Irán hace algunos días, que pueden sumir a la región en una guerra aún mayor. Todas las naciones tienen el derecho de existir en paz y seguridad y sus territorios no deben ser atacados o invadidos, la soberanía debe ser respetada y estar garantizada por el diálogo y por la paz, no por el odio o por la guerra.
En esta situación, es más que nunca necesaria la oración. Hoy por la tarde todos iremos a la Basílica de Santa María la Mayor a invocar la intercesión de la Madre de Dios; y mañana será un día de oración y ayuno por la paz en el mundo. Unámonos con la fuerza del Bien contra las tramas diabólicas de la guerra.
Estoy cerca de las poblaciones de Bosnia y Herzegovina afectadas por las inundaciones. Que el Señor acoja a los difuntos, consuele a los familiares y sostenga a aquellas comunidades.
Os saludo a vosotros, romanos y peregrinos de Italia y de tantos países. En particular, saludo a la banda musical de Cabañas (El Salvador) – después los escucharemos tocar –, a los fieles polacos devotos del Santuario de Nuestra Señora de la Misericordia en la diócesis de Radom, y a aquellos llegados desde la Martinica. Saludo al grupo de peregrinos del Santuario de la Virgen de la Revelación en las Tres Fuentes, que hoy llevarán la estatua de Nuestra Señora de San pedro a este santuario mariano de Roma, rezando por la paz. Saludo a los exalumnos del Seminario Menor “Poggio Galeso” de Taranto; saludo a la Asociación Teatro Patologico de Roma, a la banda de la Escuela “Sagrada Familia” de Cremona y a los participantes de la manifestación “Fiabaday”, que trabajan por la eliminación de las barreras arquitectónicas.
Y ahora, me complace anunciar que el próximo 8 de diciembre celebraré un consistorio para el nombramiento de nuevos Cardenales. Su procedencia expresa la universalidad de la Iglesia que continúa anunciando el amor misericordioso de Dios a todos los hombres de la tierra. La inclusión de los nuevos Cardenales en la Diócesis de Roma manifiesta, además, el vínculo indisoluble entre la Sede de Pedro y las Iglesias particulares esparcidas por el mundo. He aquí los nombres de los nuevos Cardenales:
- Su Excelencia Mons. Angelo Acerbi, Nuncio Apostólico;
- Su Excelencia Mons. Carlos Gustavo Castillo Mattasoglio, Arzobispo de Lima, Perù;
- Su Excelencia Mons. Vicente Bokalic Iglic, Arzobispo de Santiago del Estero, Primado de Argentina;
- Su Excelencia Mons. Gerardo Cabrera Herrera, Arzobispo de Guayaquil, Ecuador;
- Su Excelencia Mons. Natalio Chomalí Garib, Arzobispo Santiago de Chile, Chile;
- Su Excelencia Mons. Tarcisio Isao Kikuchi, Arzobispo de Tokio, Japón;
- Su Excelencia Mons. Pablo Virgilio Siongco David, Obispo de Kalookan, Filipinas;
- Su Excelencia Mons. Ladislav Nemet, Arzobispo de Beograd, Serbia;
- Su Excelencia Mons. Jaime Spengler, Arzobispo de Porto Alegre, Brasil;
- Su Excelencia Mons. Ignace Bessi Dogbo, Arzobispo de Abidjan, Costa de Marfil;
- Su Excelencia Mons. Jean-Paul Vesco, Arzobispo de Argel, Argelia;
- Su Excelencia Mons. Paskalis Bruno Syukur, Obispo de Bogor, Indonesia;
- Su Excelencia Mons. Joseph Mathieu, Arzobispo de Teherán Isfahan de los Latinos, Irán;
- Su Excelencia Mons. Roberto Repole, Arzobispo de Turín, Italia;
- Su Excelencia Mons. Baldassare Reina, desde hoy, Vicario General para la Diócesis de Roma;
- Su Excelencia Mons. Frank Leo, Arzobispo de Toronto, Canadá;
- Su Excelencia Mons. Rolandas Makrickas, Arcipreste Coadjutor de la Basílica Papal de Santa María la Mayor;
- Su Excelencia Mons. Mykola Bychok, Obispo eparquial de los Santos Pedro y Pablo de Melbourne de los Ucranianos, Australia;
- Reverendo Padre Timothy Peter Joseph Radcliffe, teólogo;
- Reverendo Padre Fabio Baggio, Subsecretario del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral;
- Reverendo Mons. George Jacob Koovakad, Oficial de la Secretaría de Estado, responsable de los Viajes papales.
Recemos por los nuevos Cardenales, para que, confirmando su adhesión a Cristo, Sumo Sacerdote misericordioso y fiel, me ayuden en el ministerio de Obispo de Roma por el bien de todo el santo pueblo de Dios.
Y a todos vosotros os deseo un feliz domingo. Y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!
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