CARTA DEL SANTO PADRE FRANCISCO
AL OBISPO AUXILIAR DE JERUSALÉN DE LOS LATINOS
Y VICARIO PATRIARCAL PARA JORDANIA SOBRE LA SITUACIÓN DE LOS REFUGIADOS
Excelencia monseñor Lahham,
Querido hermano:
Aprovecho la visita a Jordania de monseñor Nunzio Galantino, secretario general de la Conferencia episcopal italiana, para llegar con una palabra de esperanza a quienes, oprimidos por la violencia, se ven obligados a abandonar sus casas y su tierra.
En más de una ocasión quise ser voz de las atroces, inhumanas e inexplicables persecuciones de quien en tantas partes del mundo —y sobre todo entre los cristianos— es víctima del fanatismo y de la intolerancia, a menudo ante la mirada y el silencio de todos. Son los mártires de hoy, humillados y discriminados por su fidelidad al Evangelio. Mi recuerdo, que se hace llamamiento solidario, quiere ser signo de una Iglesia que no olvida y no abandona a sus hijos exiliados a causa de su fe: sepan que una oración diaria se eleva por ellos, juntamente a la gratitud por el testimonio que nos dan.
Mi recuerdo se dirige también a las comunidades que supieron hacerse cargo de estos hermanos, evitando desviar la mirada hacia otro lado. Vosotros anunciáis la resurrección de Cristo compartiendo el dolor y la ayuda solidaria que prestáis a los cientos de miles de refugiados; inclinándoos sobre sus sufrimientos, que amenazan con sofocar en ellos la esperanza; con vuestro servicio de fraternidad, que ilumina incluso momentos tan oscuros de la existencia.
Que el Señor os recompense, como sólo Él puede hacer, con la abundancia de sus dones.
Al mismo tiempo, que la opinión pública mundial esté cada vez más atenta, siendo sensible y partícipe, ante las persecuciones perpetradas en contra de los cristianos y, más en general, de las minorías religiosas. Renuevo el deseo de que la comunidad internacional no asista muda e inerte ante tal inaceptable crimen, que constituye una preocupante deriva de los derechos humanos más esenciales e impide la riqueza de la convivencia entre los pueblos, las culturas y los credos.
Por favor, le pido que rece por mí. Que el Señor lo bendiga y la Virgen lo proteja.
Fraternalmente,
FRANCISCUS
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