CARTA DEL SANTO PADRE FRANCISCO
AL ABAD GENERAL DE LOS PREMONSTRATENSES
CON OCASIÓN DEL IX CENTENARIO DE LA ABADÍA DE PRÉMONTRÉ
Al Reverendísimo Padre Jozef Wouters
Abad General de los Canónigos Regulares Premostratenses
He recibido la feliz noticia de que Usted ha convocado un Jubileo para celebrar el 900 aniversario de la Abadía de Prémontré que fundó San Norberto y el nacimiento de la primera comunidad de la que surgió la Orden de Canónigos Regulares Premostratenses.
San Norberto es considerado, con razón, uno de los más celosos artífices de la reforma gregoriana. Nacido hacia 1075, tras sus estudios eclesiásticos se convirtió en canónigo del capítulo de Xanten y, gracias al entonces obispo de Colonia Federico, entró en la corte del emperador Enrique V. Así, Norberto fue incorporado rápidamente a los acontecimientos que marcaron el inicio del siglo XII. Mientras el emperador y los príncipes pretendían intervenir personalmente en el nombramiento de obispos y abades, favoreciendo a las personas de su agrado, en la Iglesia había una nueva sensibilidad hacia las exigencias del Evangelio y la misión propia del clero. No faltaron hombres y mujeres, inspirados por Dios, que comenzaron a cuestionar los vínculos de los ministros de la Iglesia con los intereses puramente mundanos. Norberto era uno de ellos.
Cuando en 1115, en plena lucha de las investiduras, tuvo que tomar posición entre el Papa y el Emperador, siguió al obispo Federico de Colonia e inició un camino espiritual que le llevaría a una auténtica conversión, tras un largo proceso de discernimiento. Norberto renunció a la vida de la corte y decidió caminar sólo Christo duce, en un estilo de vida inspirado en el de los apóstoles. Ordenado diácono y sacerdote el mismo día, abandonó las finas ropas de cortesano y se vistió con el traje de penitente. Intentó, en primer lugar, convencer a sus hermanos del capítulo de Xanten para que abrazaran un nuevo modelo de vida, más cercano a las exigencias del Evangelio, pero fue en vano. Norberto decidió entonces consultar a varios consejeros espirituales: el abad benedictino Cone de Siegburg, el ermitaño Ludolfo, y en Rolduc conoció a una comunidad de canónigos regulares reformados que basaban su vida en la Regla de San Agustín. Así, también él comenzó a predicar la penitencia y la conversión y a llevar una vida de oración y mortificación; y —hecho poco común en aquella época— celebraba a menudo, si no diariamente, la Eucaristía.
Las comunidades de vuestra Orden han asumido esta herencia y, desde hace nueve siglos, desarrollan su misión en el espíritu de la Regla de San Agustín, en la fidelidad a la meditación y a la predicación del Evangelio, acudiendo al Misterio eucarístico, fuente y cumbre de la vida de la Iglesia.
Este modo de vida hizo que Norberto fuera cada vez más criticado: vivía como un ermitaño ascético, pero seguía recibiendo los ingresos a los que tenía derecho como canónigo; predicaba, pero ¿con qué mandato? Empujado por estas presiones, Norberto optó por una vida itinerante. Inspirado por la misión de los apóstoles de Jesús, se puso en camino y llegó a Saint Gilles, en Provenza. Caminaba a pie, con sólo una túnica, una capa y un bastón, llevando siempre lo necesario para la celebración de la eucaristía, acompañado por dos compañeros de peregrinación. En Saint Gilles conoció al Papa Gelasio II, que le autorizó a obrar como predicador apostólico. Hoy más que nunca, querido Hermano, el anuncio de la Buena Nueva es necesario y exige de todos, especialmente de los sacerdotes, un compromiso generoso y, todavía más, una fuerte coherencia entre el mensaje proclamado y la vida personal y comunitaria.
Desde su conversión y a lo largo de toda su vida, Norberto fue un fiel servidor del Evangelio y un hijo amante de la Iglesia, obediente al Papa. Para recibir la confirmación de su condición de predicador y conocer al nuevo Papa, Calixto II, elegido en 1119, regresó al norte de Francia, donde se encontró con un amigo de la infancia, el obispo Burchard de Cambrai, que quedó sorprendido por el cambio en su estilo de vida. En estas circunstancias, Norberto conoció a Hugo de Fosses, capellán del obispo de Cambrai. Hugo también buscaba una vida más acorde con el Evangelio y reconoció en este encuentro un don de la Providencia. Con el permiso de su obispo, Hugo se convirtió en compañero de Norberto y le siguió. Más tarde, sería el primer abad de Prémontré.
Las biografías de Norberto cuentan cómo a lo largo del camino curaba a los enfermos, expulsaba a los espíritus malignos y lograba apaciguar antiguas rencillas entre familias nobles. Estas reconciliaciones llevaron la paz a regiones donde la población sufría mucho por las constantes guerras locales. Por ello, Norberto es considerado un apóstol de la paz. Cumplía la obra de Dios, actuando en nombre de la caridad de Cristo. Los autores antiguos insisten en que siempre se recogía en oración antes de disponerse a intervenir para promover la reconciliación y restablecer la paz; y que siempre fue fiel a la celebración de la Eucaristía para encontrarse con el Señor de quien quería cumplir la obra.
De camino a Reims para ser recibido por Calixto II, Norberto se encontró con Bartolomé, obispo de Laon, que se ofreció a acogerlo en su diócesis y le ofreció varios lugares posibles para establecerse. Era 1120, y Norberto eligió el valle de Prémontré. Aquí reunió a un grupo de seguidores con los que inició un intenso diálogo sobre la naturaleza de su naciente comunidad. Como muchos de ellos, al igual que él, eran canónigos, todos hicieron la profesión canónica según la Regla de San Agustín, la noche de Navidad de 1121, fecha que marca la fundación de la comunidad de Prémontré. Esta profesión, en el contexto del gran movimiento canónico gregoriano, fue una confirmación y un cumplimiento de su compromiso original. Tal es también, querido hermano, el significado de vuestra profesión, que establece un fuerte vínculo entre cada uno de los miembros de la comunidad y su propia Iglesia. Y en esta profesión está arraigada la misión de rezar por y con toda la Iglesia.
Desde el principio, Prémontré ejerció una gran fascinación. Muchos hombres y mujeres se unieron a la comunidad de canónigos, que pretendía reflejar la Iglesia naciente descrita en los Hechos de los Apóstoles. El ardiente entusiasmo de los comienzos se estructuró en una vida religiosa austera, de la que formaban parte la hospitalidad y la atención a los pobres y peregrinos. Desde el principio, los premostratenses dieron prueba de una gran dedicación a las personas ajenas a la comunidad, acogiéndolas de buen grado. Así surgieron rápidamente nuevas comunidades que seguían el modo de vida de Norberto; y de igual modo comunidades ya existentes pidieron unirse a la comunidad de Prémontré.
Queridos hijos de San Norberto, mantened siempre esta apertura de corazón, que también sabe abrir las puertas de casa para recibir a los que buscan un consejero espiritual, a los que piden ayuda material, a los que desean compartir vuestra oración. Que vuestra liturgia sea siempre "canónica", es decir, alabanza a Dios para el pueblo de Dios y con el pueblo.
El fuerte vínculo de Norberto con la eucaristía sigue siendo una fuente de inspiración para vuestra vida apostólica. En 1124, a petición del obispo de Cambrai, viajó a Amberes, donde se encontró frente a las consecuencias de la "tormenta" causada por Tanquelmo y sus seguidores, que negaban la validez de los sacramentos y especialmente de la eucaristía celebrada por sacerdotes concubinos. Norberto refutó esta herejía y este episodio hizo que, durante la Reforma católica, fuera considerado un apóstol de la Eucaristía. Como modelo de fe para todos y, en particular, para los sacerdotes, Norberto siempre sacaba fuerzas de la celebración de la Eucaristía, especialmente en situaciones de crisis o cuando se enfrentaba a tareas difíciles.
Pocos años después de la fundación de Prémontré, cuando, en 1126, Norberto se convirtió en arzobispo de Magdeburgo, el papa Honorio II le concedió la aprobación de su plan de vida, aplicado según la Regla de San Agustín en las comunidades bajo su guía. Norberto nunca regresó a Prémontré, pero fundó otras comunidades de canónigos en su ciudad episcopal, algunos de los cuales entregados a evangelizar la región circundante. Como arzobispo se mantuvo fiel a su inspiración evangélica original y sostuvo al Papa en los conflictos con el emperador, haciendo todo lo posible por establecer buenas relaciones entre ambos, al tiempo que mantenía el principio de libertad en el nombramiento de cargos eclesiásticos.
En 1128, Norberto dimitió de la responsabilidad de las comunidades bajo su dirección. Estas se convirtieron en abadías bajo la dirección del propio abad. Hugo de Fosses pasó entonces a ser el primer abad de la abadía de Prémontré y consiguió unir un número creciente de comunidades en el marco de una Orden con estatutos propios y un capítulo general como máxima autoridad.
Nueve siglos después, damos gracias por el movimiento iniciado por San Norberto, que supo aprender las lecciones de las estructuras ya existentes y probadas de origen monástico, pero mantuvo clara la identidad de los miembros de su Orden como canónigos regulares. Durante este largo período, tantas mujeres también se adhirieron al ideal norbertino y todavía hoy se dedican esencialmente a la vida contemplativa. Además, muchos laicos, aunque permanecen en el mundo, se unen a vuestras comunidades a través de diversas formas de afiliación. Varias congregaciones de religiosas, por su parte, comparten vuestra espiritualidad y se dedican al apostolado, en particular al servicio de las personas más frágiles por condición social, salud o edad.
Así, a lo largo de los siglos, las abadías premostratenses han establecido una intensa relación con su territorio, pues desde el principio muchos canónigos se dedicaron al cuidado pastoral de las parroquias. En consecuencia, las abadías no sólo se dedicaban a cuidar y acoger a los pobres, sino que también desarrollaban y mantenían contactos con personas de toda condición social. Así, la inspiración de San Norberto ha permanecido viva y sigue siendo una de las riquezas de la Iglesia universal. Vuestro fundador vivió en muchos ambientes diferentes, pero en cada circunstancia se dejó guiar por el Evangelio: como predicador itinerante, sacerdote, superior de comunidad u obispo, siguió escuchando a Dios y a sus hermanos, y supo discernir en las diversas circunstancias de la vida, sin perder de vista su inspiración fundamental.
Por intercesión de María Santísima, elegida por San Norberto como titular de la Abadía de Prémontré y posteriormente proclamada Reina de la Orden, que los premostratenses, ahora extendidos por los cinco continentes, permanezcan constantemente fieles a la vida ad instar Apostolorum.
Querido Hermano, como prenda de abundantes gracias celestiales le imparto, así como a todos los miembros de la Orden, a las religiosas y a los laicos afiliados a vuestras comunidades, una especial bendición apostólica.
Roma, San Juan de Letrán, 6 de junio de 2021, Memoria de San Norberto.
Francisco
Boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, 6 de junio de 2021.
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