MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
AL PRESIDENTE DEL CONSEJO PONTIFICIO
PARA LA PROMOCIÓN DE LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS
CON OCASIÓN DEL XIII SIMPOSIO INTERCRISTIANO
[MILÁN, 28-30 DE AGOSTO DE 2013]
Al venerado hermano cardenal Kurt Koch
Presidente del Consejo pontificio
para la promoción de la unidad de los cristianos
Con especial alegría recibí la noticia de la iniciativa de los Simposios intercristianos, organizados, cada dos años, por el Instituto Franciscano de espiritualidad de la Pontificia Universidad Antonianum y por el departamento de teología de la Facultad teológica ortodoxa de la Universidad Aristóteles de Salónica, con el fin de profundizar el conocimiento de las tradiciones teológicas y espirituales de Oriente y de Occidente y cultivar relaciones fraternas de amistad y estudio entre los miembros de las dos instituciones académicas.
Deseo, por lo tanto, dirigir mi cordial saludo a los organizadores, a los relatores y a todos los participantes en la XIII edición de la benemérita iniciativa, que este año se realiza en Milán, con la colaboración de la Universidad católica del Sacro Cuore, sobre el tema «La vida de los cristianos y el poder civil. Cuestiones históricas y perspectivas actuales en Oriente y Occidente». Tal argumento se inserta bien en el marco de las múltiples iniciativas con las que se quiere conmemorar el XVII centenario de la promulgación del Edicto constantiniano, iniciativas que en Milán tuvieron momentos de especial relieve, como la visita del Patriarca ecuménico Bartolomé i a la Iglesia ambrosiana y a la ciudad.
La histórica decisión, con la cual se decretó la libertad religiosa para los cristianos, abrió nuevos caminos a la difusión del Evangelio y contribuyó de forma determinante al nacimiento de la civilización europea. La memoria de ese acontecimiento ofrece la ocasión, para el presente Simposio, de reflexionar sobre la evolución de las modalidades con las cuales el mundo cristiano se relacionó con la sociedad civil y con la autoridad que la preside. Tales modalidades se desarrollaron a lo largo de la historia en contextos muy diversos, conociendo significativas diversificaciones en Oriente y Occidente. Al mismo tiempo, las mismas conservaron algunos rasgos fundamentales comunes, como la convicción de que el poder civil encuentra su límite ante la ley de Dios, la reivindicación del justo espacio de autonomía para la conciencia, la toma de conciencia de que la autoridad eclesiástica y el poder civil están llamados a colaborar por el bien integral de la comunidad humana.
Al desear que los trabajos del Simposio den frutos abundantes para el progreso de la investigación histórica y del conocimiento mutuo entre las diversas tradiciones, aseguro mi recuerdo en la oración y de corazón invoco la bendición apostólica sobre quienes han contribuido en la organización del Congreso y sobre todos los que en él participan.
Vaticano, 19 de agosto de 2013
FRANCISCUS
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