VIDEOMENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS PARTICIPANTES EN LA VIII EDICIÓN DEL
FESTIVAL DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
SOBRE EL TEMA "EL RIESGO DE LA LIBERTAD"
[Verona, 22-25 de noviembre de 2018]
Queridos amigos:
Un cordial saludo a todos vosotros que participáis en la octava edición del Festival de la Doctrina Social de la Iglesia. Los organizadores han elegido como tema "El riesgo de la libertad", para invitar a reflexionar sobre lo que ha sostenido siempre el camino de los hombres, de las mujeres, de la sociedad y de las civilizaciones. Sin embargo, no pocas veces, el deseo de libertad —que es el gran don de Dios a su criatura— ha tomado formas desviadas, generando guerras, injusticias, violaciones de los derechos humanos.
Como cristianos, fieles al Evangelio y conscientes de la responsabilidad que tenemos con todos nuestros hermanos, estamos llamados a estar atentos y en guardia para que "el riesgo de la libertad" no pierda su significado más elevado y exigente. Arriesgar, de hecho, significa involucrarse. Y esta es nuestra primera llamada. Todos juntos debemos esforzarnos por eliminar lo que priva a los hombres y a las mujeres del tesoro de la libertad. Y, al mismo tiempo, redescubrir el sabor de esa libertad que sabe cómo custodiar la casa común que Dios nos ha dado.
Son muchas las situaciones en las que, también hoy en día, los hombres y las mujeres no pueden hacer que su libertad fructifique, no pueden arriesgarla. Subrayo tres: la indigencia, el dominio de la tecnología, la reducción del hombre a consumidor.
En primer lugar, la indigencia, causada por grandes injusticias, que se siguen cometiendo en todo el mundo, también en nuestras ciudades. «Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y de la opresión, sino de algo nuevo: con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino que se está fuera. Los excluidos no son "explotados" sino desechos, "sobrantes"» (Exhortación Apostólica Evangelii gaudium, 53). ¡Es la cultura del descarte! Si un hombre o una mujer se reducen a "sobrantes", no solo experimentan sobre sí los frutos malvados de la libertad de los demás, sino que se les arrebata la posibilidad de "arriesgar" su libertad por ellos mismos, por su familia, por una vida buena, justa y digna.
Luego hay otra situación que afecta negativamente la experiencia de la libertad y es el desarrollo tecnológico cuando no está acompañado por un desarrollo adecuado de la responsabilidad, de los valores y de la conciencia. Se pierde así el sentido del límite, con la consecuencia de no ver los desafíos históricos que tenemos ante nosotros. La absolutización de la técnica puede volverse contra el hombre. Como recordaba san Pablo VI, en su discurso por el 25 aniversario de la FAO: «Los progresos científicos más extraordinarios, las proezas técnicas más sorprendentes, el crecimiento económico más prodigioso si no van acompañados de un auténtico progreso social y moral se vuelven en definitiva contra el hombre» (16 de noviembre de 1970).
La tercera situación negativa está representada por la reducción del hombre a un mero consumidor. Aquí la libertad para "arriesgar" sigue siendo solo una ilusión. De hecho, «tal paradigma hace creer a todos que son libres mientras tengan una supuesta libertad para consumir, cuando quienes en realidad poseen la libertad son los que integran la minoría que detenta el poder económico y financiero» (Enc. Laudato si', 203). Esto no es libertad, es esclavitud: la experiencia diaria está marcada por la resignación, la desconfianza, el miedo, el cerrarse en uno mismo.
A pesar de estas desviaciones, nunca desfallece en nosotros el deseo de "arriesgar" la libertad. Incluso en aquellos que han vivido y viven situaciones de esclavitud y explotación. Durante el Festival podréis escuchar testimonios de libertad reencontrada: por ejemplo, de la prostitución, de las garras de la usura, etc. Son historias que atestiguan una liberación en curso, que da fuerza y esperanza. Son historias que hacen que la gente diga: sí, ¡el riesgo de la libertad es posible!
Aunque algunos temen ir a contracorriente, muchos, en su vida cotidiana, llevan estilos de vida sobrios, solidarios, abiertos y acogedores. Ellos son la verdadera respuesta a las diversas esclavitudes porque se mueven como personas libres. Encienden deseos latentes, abren horizontes, hacen deseable el bien. La libertad vivida nunca se limita a administrar lo que sucede porque siempre contiene algo que va más allá. La libertad nunca mata los sueños, sino que construye en la vida lo que muchos desean pero no tienen el valor de perseguir. Ciertamente, ser libre es un desafío, un desafío permanente: fascina, encanta, da valor, hace soñar, crea esperanza, invierte en el bien, cree en el futuro. Por lo tanto, contiene una fuerza que es más fuerte que cualquier esclavitud. ¡El mundo necesita personas libres!
«La persona humana más crece, más madura y más se santifica a medida que entra en relación, cuando sale de sí misma para vivir en comunión con Dios, con los demás y con todas las criaturas. Así asume en su propia existencia ese dinamismo trinitario que Dios ha impreso en ella desde su creación. Todo está conectado, y eso nos invita a madurar una espiritualidad de la solidaridad global que brota del misterio de la Trinidad» (ibíd., 240).
Por eso la libertad humana se descubre en lo más profundo, cuando comprende que es generada y sostenida por la libertad amorosa del Padre, que se revela en el Hijo en el rostro de la Misericordia. Bajo su mirada compasiva, todo hombre puede reanudar siempre el camino del "riesgo de la libertad".
Queridos amigos, os deseo que seáis personas libres y que no tengáis miedo de entregaros y de ensuciaros las manos para hacer el bien y ayudar a quien lo necesita.
Renuevo mi saludo cordial a todos los participantes y, en particular, a los muchos voluntarios que cada año ofrecen su disponibilidad. Un saludo al obispo de Verona, Mons. Giuseppe Zenti, anfitrión del evento, y un gracias a Don Vincenzi por su servicio en la difusión, el conocimiento y la experimentación de la Doctrina Social de la Iglesia.
Os aseguro mi cercanía y mi oración. Os bendigo de todo corazón. Y por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Gracias!
Boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, 22 de noviembre de 2018
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