MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
CON MOTIVO DEL INICIO DEL DECENIO DE LAS NACIONES UNIDAS
PARA LA RESTAURACIÓN DE LOS ECOSISTEMAS
A la Excma. Sra. Inger Andersen, Directora Ejecutiva del PNUMA
y al Excmo. Sr. Qu Dongyu, Director General de la FAO
Excelencias:
Mañana celebraremos el Día Mundial del Medio Ambiente. Esta conmemoración anual nos anima a recordar que todo está interconectado. Una auténtica «preocupación por el medio ambiente [...] debe ir unida al amor sincero hacia los seres humanos y a un constante compromiso ante los problemas de la sociedad»[1]. La celebración de mañana, sin embargo, tendrá un significado especial, ya que tendrá lugar en el año en que comienza el Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas. Este decenio nos invita a un compromiso decenal para el cuidado de nuestra casa común, «apoyando e intensificando los esfuerzos para prevenir, detener e invertir la degradación de los ecosistemas en todo el mundo y concienciando sobre la importancia de restaurar con éxito los ecosistemas»[2].
En la Biblia leemos que «los cielos cuentan la gloria de Dios, / la obra de sus manos anuncia el firmamento; / el día al día comunica el mensaje, / y la noche a la noche trasmite la noticia. / No es un mensaje, no hay palabras / ni su voz se puede oír»[3].
Todos somos parte de este don de la creación. Somos parte de la naturaleza, no estamos separados de ella. Esto es lo que nos dice la Biblia.
La situación actual del ambiente nos llama a actuar ahora con urgencia para convertirnos en administradores cada vez más responsables de la creación y restaurar la naturaleza que hemos dañando y explotado durante demasiado tiempo. De lo contrario, corremos el riesgo de destruir la base misma de la que dependemos. Nos arriesgamos a sufrir inundaciones, hambre y graves consecuencias para nosotros y para las generaciones futuras. Esto es lo que nos dicen muchos científicos.
Tenemos que cuidarnos los unos a los otros, y a los más débiles de entre nosotros. Seguir por este camino de explotación y destrucción —de los seres humanos y de la naturaleza— es injusto e imprudente. Esto es lo que nos diría una conciencia responsable.
Tenemos la responsabilidad de dejar una casa común habitable para nuestros hijos y para las generaciones futuras.
Sin embargo, cuando miramos a nuestro alrededor, ¿qué vemos? Vemos que la crisis lleva a la crisis. Vemos la destrucción de la naturaleza, así como una pandemia mundial que conduce a la muerte de millones de personas. Vemos las consecuencias injustas de algunos aspectos de nuestros sistemas económicos actuales y numerosas crisis climáticas catastróficas que producen graves efectos en las sociedades humanas e incluso la extinción masiva de especies.
Y, sin embargo, hay esperanza. «Tenemos la libertad necesaria para limitar la técnica, orientarla y colocarla al servicio de otro tipo de progreso más sano, más humano, más social, más integral»[4].
Asistimos a un nuevo compromiso de varios Estados y actores no gubernamentales: las autoridades locales, el sector privado, la sociedad civil, los jóvenes... esfuerzos destinados a promover lo que podemos llamar “ecología integral”, que es un concepto complejo y multidimensional: exige una visión a largo plazo; pone de relieve la inseparabilidad de «la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior»[5]; tiene como objetivo recuperar «los distintos niveles de equilibrio ecológico, estableciendo la armonía, con uno mismo, con los demás, con la naturaleza y los demás seres vivos, y con Dios»[6]. Hace que cada uno de nosotros tome conciencia de su responsabilidad como seres humanos, hacia nosotros mismos, hacia el prójimo, hacia la creación y hacia el Creador.
Sin embargo, sabemos que tenemos poco tiempo —los científicos dicen que los próximos diez años, el lapso de este Decenio de la ONU— para restaurar el ecosistema, lo que significa la restauración integral de nuestra relación con la naturaleza.
Las numerosas “advertencias” que estamos viviendo, entre las que destacan la Covid-19 y el calentamiento global, nos empujan a tomar medidas urgentes. Espero que la COP26 sobre el cambio climático, que se celebrará en Glasgow el próximo mes de noviembre, contribuya a darnos las respuestas adecuadas para restaurar los ecosistemas, tanto a través de una acción climática reforzada como de la difusión de la conciencia y la sensibilización.
También nos vemos impulsados a repensar nuestras economías. Necesitamos «una nueva y más profunda reflexión sobre el sentido de la economía y de sus fines además de una honda revisión con amplitud de miras del modelo de desarrollo, para corregir sus disfunciones y desviaciones»[7]. La degradación de los ecosistemas es un claro resultado de la disfunción económica.
Recuperar la naturaleza que hemos dañado significa, en primer lugar, recuperarnos a nosotros mismos. Al dar la bienvenida a este Decenio de las Naciones Unidas para la Recuperación de los Ecosistemas, seamos compasivos, creativos y valientes. Que ocupemos el lugar que nos corresponde como “Generación de la Restauración“.
Desde el Vaticano, 27 de mayo de 2021
Francisco
[1] Carta Encíclica Laudato si' (24 de mayo de 2015), 91.
[2] Resolución 73/284 de la AGNU aprobada el 1 de marzo de 2019: Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas (2021-2030), op. 1.
[3] Salmo 19, 1-3.
[4] Carta Encíclica Laudato si' (24 de mayo de 2015), 112.
[7] Benedicto XVI, Carta encíclica Caritas in veritate (29 de junio de 2009), 32.
Boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, 4 de junio de 2021.
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