DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A UNA DELEGACIÓN DE LA CONFERENCIA DE RABINOS EUROPEOS
Lunes 20 de abril de 2015
Queridos amigos:
Os doy mi bienvenida al Vaticano como miembros de la Conferencia de los rabinos europeos. Me siento particularmente feliz y agradecido porque esta es la primera visita realizada por vuestra organización a Roma para encontrar al Sucesor de Pedro. Saludo al presidente, el rabino Pinchas Goldschmidt, agradeciéndole sus amables palabras.
Os expreso mis más profundas condolencias por el fallecimiento, ayer por la noche, del rabino Elio Toaff, rabino jefe emérito de Roma. Acompaño con mi oración al rabino jefe Riccardo di Segni —que tendría que haber estado aquí con nosotros— y a toda la comunidad judía de Roma, en el recuerdo agradecido de este hombre de paz y de diálogo, que acogió al Papa Juan Pablo ii en la visita histórica al Templo mayor.
El diálogo entre la Iglesia católica y las Comunidades judías avanza sistemáticamente desde hace casi medio siglo. El próximo 28 de octubre celebraremos el quincuagésimo aniversario de la declaración conciliar Nostra aetate, que sigue siendo hasta hoy el punto de referencia de todo esfuerzo en esa dirección. Con gratitud al Señor, pensamos en estos años alegrándonos por los progresos conseguidos y por la amistad que, mientras tanto, ha ido creciendo entre nosotros
Hoy en Europa es cada vez más importante resaltar la dimensión espiritual y religiosa de la vida humana. En una sociedad cada vez más marcada por el secularismo y amenazada por el ateísmo, se corre el riesgo de vivir como si Dios no existiera. El hombre siente a menudo la tentación de tomar el lugar de Dios, de considerarse el criterio de todo, de pensar que puede controlar todo, de sentirse autorizado a usar todo lo que le rodea según su arbitrio. En cambio es muy importante recordar que nuestra vida es un don de Dios, y que a Él debemos encomendarnos, confiar en Él, dirigirnos a Él siempre. Los judíos y los cristianos tienen el don y la responsabilidad de contribuir a mantener vivo el sentido religioso de los hombres de hoy y de nuestra sociedad, dando testimonio de la santidad de Dios y de la vida humana: Dios es santo, y santa e inviolable es la vida por Él donada.
Preocupan actualmente en Europa las tendencias antisemitas y algunos actos de odio y violencia. Todo cristiano debe deplorar firmemente cualquier forma de antisemitismo, manifestando al pueblo judío su solidaridad (cf. Nostra aetate, 4). Recientemente se conmemoró el 70º aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz, donde se consumó la gran tragedia de la Shoah. La memoria de lo sucedido, en el corazón de Europa, debe servir de advertencia a las generaciones presentes y futuras. Igualmente hay que condenar por todas partes las manifestaciones de odio y violencia contra los cristianos y los fieles de otras religiones.
Queridos amigos, os agradezco de corazón esta visita tan significativa. Os deseo hoy lo mejor para vuestras comunidades, asegurando mi cercanía y mi oración. Y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí.
¡Shalom alechem!
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