DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A UNA DELEGACIÓN DE LA FEDERACIÓN MOTOCICLISTA ITALIANA
Sala junto al Aula Pablo VI
Miércoles, 5 de septiembre de 2018
Queridos amigos:
Me complace recibiros, en representación de los motociclistas que participarán en el próximo Gran Premio Octo de San Marino y de la Riviera de Rímini. Os saludo a todos con afecto: dirigentes, pilotos y técnicos, y os doy las gracias por esta visita. Saludo especialmente al presidente del CONI, Giovanni Malagò, y le agradezco sus palabras.
Vuestra presencia me da la oportunidad de subrayar la importancia del deporte también en la sociedad actual. La Iglesia considera que la actividad deportiva, practicada en el pleno respeto de las reglas, es una herramienta educativa válida, especialmente para las generaciones más jóvenes: todavía más, insustituible. El fenómeno deportivo, de hecho, estimula a una sana superación de uno mismo y de los propios egoísmos, entrena al espíritu de sacrificio y, si se practica bien, despierta la lealtad en las relaciones interpersonales, la amistad y el respeto por las reglas.
Es importante que los que se ocupan de deportes, en varios niveles, promuevan los valores humanos y cristianos que están en la base de una sociedad más justa y solidaria. Esto es posible porque el evento deportivo se expresa con un lenguaje universal que trasciende fronteras, idiomas, razas, religiones e ideologías. Esto se nota, sobre todo, cuando el deporte es amateur, que viene del corazón. Por lo tanto, posee la capacidad intrínseca de unir a las personas, favoreciendo el diálogo y la acogida.
Os animo a difundir los valores del deporte: contribuiréis así a construir una sociedad más justa y solidaria. Y me gustaría detenerme en dos palabras que ha pronunciado el presidente. Una es «pasión»: cuando leo noticias de suicidios de jóvenes —y son tantas— ¿pero qué ha pasado allí? Por lo menos puedo decir que en esa vida faltaba «pasión», alguien no ha sabido sembrar las pasiones para vivir. Y luego las dificultades no se han afrontado con esta pasión. Contagiad con la pasión: este mundo necesita pasiones, pasión. Vivir con pasión, y no como quien lleva la vida como un peso. La pasión es seguir adelante. Y la segunda palabra es: «campeón de vida». Sí, uno puede convertirse en campeón con un éxito deportivo, campeón del equipo, lo que sea… Pero «campeón de vida» es el que vive con pasión, el que vive con plenitud es capaz de vivir así. «Pasión» y «campeón de vida»: dos bellas palabras.
Con estos deseos, mientras os aseguro para vosotros y para vuestras familias un recuerdo en la oración, invoco de buen grado invoco sobre vosotros la bendición del Señor.
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