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INTERVENCIÓN DEL SANTO PADRE FRANCISCO
EN EL ENCUENTRO “CLIMATE CHANGE AND NEW EVIDENCE
FROM SCIENCE, ENGINEERING, AND POLICY”

Casina Pío IV
Lunes, 27 de mayo de 2019

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Ilustres señoras y señores:

Saludo cordialmente a cada uno de vosotros los aquí presentes: al presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas y a los ministros de Finanzas de diferentes naciones. Os agradezco que hayáis venido al Vaticano para discutir un tema de gran importancia para la humanidad y para toda la creación. En nuestro tiempo, parece que las ganancias y las pérdidas sean más consideradas que las vidas y las muertes, y que se dé prioridad al patrimonio neto de una compañía respecto al valor infinito de la humanidad. Vosotros estáis hoy aquí para reflexionar sobre cómo remediar esta profunda crisis causada por una confusión de nuestras cuentas morales con nuestras cuentas financieras. Estáis aquí para ayudar a detener una crisis que está llevando al mundo hacia el desastre.

La interdependencia global actual nos obliga a pensar en el mundo como si fuera unicum con un plan común (ver Enc. Laudato si’, 164). En 2015, las naciones del mundo se unieron consensualmente en torno a dos acuerdos importantes: los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas y el del Clima en la COP21 en París. Es vuestra responsabilidad, como líderes financieros de vuestras naciones, perseguir y estimular acciones dirigidas a lograr los objetivos que vuestros gobiernos adoptaron hace cuatro años para el bien de la humanidad de hoy y del futuro. Esta es una empresa fundamental. Debemos lograr lo que hemos acordado, porque la supervivencia y el bienestar dependen de ello.

Hoy las señales no son buenas. Las inversiones en combustibles fósiles continúan creciendo, a pesar de que los científicos nos digan que los combustibles fósiles deben permanecer en el subsuelo. La Agencia Internacional de Energía ha informado recientemente de que las inversiones en energía limpia han disminuido nuevamente por segundo año consecutivo, aunque los expertos hayan señalado repetidamente los beneficios derivados de la energía limpia del viento, del sol y del agua para el ambiente humano. Seguimos caminando por viejos senderos porque estamos atrapados por nuestra mala contabilidad y por la corrupción de los intereses creados. Seguimos considerando y contando como ganancia lo que amenaza nuestra propia supervivencia.

Las consecuencias de la inacción global son sorprendentes. Hace aproximadamente dos semanas, algunos centros de investigación científica registraron que la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera, entre las principales causas del calentamiento global relacionada con las actividades humanas, alcanzó 415 partes por millón, el nivel más alto jamás registrado. En todo el mundo vemos olas de calor, sequías, incendios forestales, inundaciones y otros fenómenos meteorológicos extremos, el aumento del nivel del mar, la aparición de enfermedades y otros problemas que son solo una advertencia severa de algo mucho peor que podría estar llegando a menos que no se actúe y se actúe urgentemente.

Hoy, durante vuestro encuentro habéis escuchado las palabras de insignes climatólogos y expertos. Su mensaje ha sido claro y urgente. Debemos actuar con decisión para acabar con las emisiones de gases de efecto invernadero a más tardar a mediados de siglo y hacer todavía más. Las concentraciones de dióxido de carbono deben disminuir significativamente para garantizar la seguridad de nuestra casa común. También habéis escuchado que esto se puede lograr a bajo costo utilizando energía limpia y mejorando la eficiencia energética.

Esta es la indicación de la razón, la base de nuestra acción común. Por lo tanto, decidamos trabajar juntos para estos fines:

― que apreciemos lo que es importante, no lo que es superfluo;

― que corrijamos nuestras cuentas nacionales y las cuentas de nuestros “negocios”, para dejar de seguir las actividades que están destruyendo nuestro planeta;

― que pongamos fin a la dependencia global de los combustibles fósiles;

― que abramos un nuevo capítulo de energía limpia y segura, que, por ejemplo, utiliza recursos renovables como el viento, el sol y el agua;

― sobre todo, que actuemos con prudencia y responsabilidad en nuestras economías para satisfacer verdaderamente las necesidades humanas, promover la dignidad humana, ayudar a los pobres y liberarnos de la idolatría del dinero que crea tantos sufrimientos.

Vosotros sois los responsables de las finanzas de vuestros países, los que llevan los libros de contabilidad en nombre de vuestros respectivos gobiernos. En primer lugar, sin embargo, debemos reconocer el “libro de contabilidad” de la vida misma, de la dignidad humana, de la supervivencia, porque ¿de qué le vale al hombre ganar el mundo entero si luego pierde su vida? (ver Mc 8,38). Sí, estamos frente a una cuestión de cálculo, el cálculo de salvar a nuestro mundo de la indiferencia y de la idolatría del dinero. Esto es lo que Jesús quiso decir cuando nos dijo que los pobres de espíritu son bienaventurados porque el Reino de los Cielos les pertenece (ver Mt 5,3).

Espero que, como administradores de las finanzas mundiales, os pongáis de acuerdo sobre un plan común, que esté en armonía con la ciencia del clima, con la nueva ingeniería de energía limpia y, sobre todo, con la ética de la dignidad humana. Os exhorto a que pidáis a vuestros colegas, los ministros de Finanzas de todo el mundo que se unan a vuestros esfuerzos y a vuestros planes. ¡Qué vuestro trabajo con los científicos y los técnicos y con los pueblos de vuestras naciones, especialmente con los más pobres, logre los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de París sobre el Clima!

Una vez que el plan común sea concordado por vuestros gobiernos espero que podamos encontrarnos nuevamente, para dar gracias a Dios por su misericordia que nos permite corregir nuestro camino antes de que sea demasiado tarde. El tiempo es esencial. Esperamos vuestra acción decisiva para el bien de toda la humanidad.

Con estos pensamientos, expreso nuevamente mi gratitud e invoco sobre todos vosotros abundantes bendiciones divinas. ¡Gracias!


Boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, 27 de mayo de 2019.

 



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