SALUDO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS PARTICIPANTES EN LA XIII PEREGRINACIÓN
DEL COETUS INTERNATIONALIS MINISTRANTIUM
Plaza de San Pedro
Martes, 30 de julio de 2024
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Queridos chicos y chicas, ¡buenas tardes! Guten Abend!
La Plaza de San Pedro siempre es un lugar hermoso, pero con ustedes lo es mucho más aún. Vielen Dank [Muchas gracias] por haber venido a Roma; quizás para alguno de ustedes sea la primera vez. Willkommen! [Bienvenidos].
Me impacta el tema de su peregrinación: “Contigo”. “Con te”. “Mit dir”. “With you”. Avec toi. ¿Saben por qué me impacta? Porque dice todo en un vocablo. Es hermosísimo, y ofrece un espacio para el análisis y la búsqueda de los significados posibles.
Contigo. Es una expresión que abarca el misterio de nuestra propia vida, el misterio del amor. Cuando un ser humano es concebido en el vientre, la mamá le dice: “No temas, yo estoy contigo”. Pero misteriosamente también la madre siente que esa pequeña criatura le dice a la mamá: “Estoy contigo”. Y esto, de modo parecido, vale también para el papá.
Pensando en ustedes, y ahora mirándolos, este “contigo” se llena de nuevos significados. Quisiera decirles los significados más hermosos e importantes que yo he encontrado.
Vuestra experiencia de servicio en la Liturgia me hace pensar que el primer sujeto, el protagonista de este “contigo” es Dios. Jesús dijo: «Donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos» (Mt 18,20). Esto se cumple en grado supremo en la Misa, en la Eucaristía: allí el “contigo” se vuelve presencia real, presencia concreta de Dios en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. El sacerdote ve realizarse cada día este misterio entre sus manos; y también lo ven ustedes cuando sirven en el altar. Y cuando recibimos la sagrada Comunión podemos experimentar que Jesús está “con nosotros” espiritual y físicamente. Él te dice: “Yo estoy contigo”, pero no con palabras, lo dice en ese gesto, en ese acto de amor que es la Eucaristía. Y también tú, en la Comunión, puedes decir al Señor Jesús: “Yo estoy contigo”, no con palabras, sino con tu corazón y con tu cuerpo, con tu amor. Precisamente gracias a que Él está con nosotros, también nosotros podemos estar verdaderamente con Él.
Y en esto, queridos chicos y chicas, está el punto clave. Espero saber explicarme: el “contigo” que podemos dar a los demás. Así se puede realizar su mandamiento: “Ámense como yo los he amado”. Si tú, monaguillo, conservas en tu corazón y en tu carne, como María, el misterio de Dios que está contigo, entonces serás capaz de estar con los demás de una manera nueva. También tú —gracias a Jesús, siempre y sólo gracias a Él—, también tú puedes decirle al prójimo “yo estoy contigo” pero no con palabras, sino con las obras, con los gestos, con el corazón, con la cercanía concreta —no olviden la cercanía concreta—, llorar con los que lloran, alegrarse con los que se alegran, sin juicios, sin prejuicios, sin cerrazones, sin exclusiones. También contigo, que no me resultas simpático; contigo, que eres diferente a mí; contigo, que eres extranjero; contigo, aunque sienta que no me comprendes; contigo, que nunca vas a la Iglesia; contigo, que dices que no crees en Dios.
Chicos, chicas, qué gran misterio hay en esta palabra: contigo. Gracias a quien la eligió, y sobre todo gracias a ustedes por haber venido hasta aquí, como peregrinos, a compartir la alegría de pertenecer a Jesús, de ser servidores de su Amor, servidores de su Corazón herido que sana nuestras heridas, que nos salva de la muerte, que nos da la vida eterna.
Danke, liebe junge Freunde! Und einen guten Weg zusammen mit Jesus! Danke, vielen Dank! [¡Gracias, queridos jóvenes amigos! ¡Y buen camino con Jesús! ¡Gracias, muchas gracias!].
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