JUAN PABLO II
ÁNGELUS
Domingo 21 de noviembre de 1982
1. Antes de terminar la Santa Misa y de impartir la bendición, meditemos todavía las siguientes palabras de la Constitución conciliar Lumen gentium sobre la Iglesia:
"Cristo, habiéndose hecho obediente hasta la muerte y habiendo sido por ello exaltado por el Padre (cf. Flp 2, 8-9), entró en la gloria de su reino. A Él están sometidas todas las cosas, hasta que Él se someta a Sí mismo y todo lo creado, al Padre, a fin de que Dios sea todo en todas las cosas (cf. 1 Cor 15, 27-28). Este poder lo comunicó a sus discípulos, para que también ellos queden constituidos en soberana libertad, y por su abnegación y santa vida venzan en sí mismos el reino del pecado (cf. Rom 6, 12). Más aún, para que, sirviendo a Cristo también en los demás, conduzcan en humildad y paciencia a sus hermanos al Rey, cuyo servicio equivale a reinar" (Lumen gentium, 36).
2. Luego, al rezar el "Ángelus", meditemos de modo particular la respuesta de la Virgen de Nazaret: "He aquí la esclava del Señor" (Lc 1, 38).
La que se llama a Sí misma "esclava" participa, en medida especial, del reino de Cristo.
Ella también, cada vez en mayor número, "conduce en humildad y paciencia a los hermanos y hermanas al Rey, cuyo servicio equivale a reinar.
Ella misma es nuestra Madre y Reina.
Angelus Domini...
Copyright © Dicastero per la Comunicazione - Libreria Editrice Vaticana