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JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 3 de noviembre de 1991

 

Queridos hermanos y hermanas:

1. Quisiera invitaros hoy a dirigir la atención a la Asamblea especial para Europa del Sínodo de los obispos, que comenzara a fin de mes y que se prolongara hasta el 14 de diciembre. Se trata de un acontecimiento de gran relevancia para la vida de toda la Iglesia.

En la nueva situación social de hoy y ante las nuevas necesidades de solidaridad y paz, Europa, marcada por el testimonio de mártires y santos, está llamada a proseguir su misión al servicio del Evangelio. Y sólo podrá hacerlo si, recordando su propia identidad cristiana no pierde la valentía de la fidelidad a Cristo, si no cede ante los compromisos con las culturas cambiantes del mundo y si deja obrar eficazmente al Espíritu del Señor en las personas y en las comunidades.

En esta perspectiva, el Sínodo de los obispos ofrecerá a los pastores de las Iglesias del Este y del Oeste de Europa una oportunidad importante para encontrarse para intercambiar los dones de las respectivas riquezas espirituales, y para trazar los caminos necesarios para la nueva evangelización de este antiguo continente, en el que los pueblos aspiran a una renovación real.

2. Además, la asamblea sinodal quiere favorecer, a través de la oración y el diálogo, la comunión de fe y vida necesaria entre todos los cristianos.

A este fin, con la reciente carta dirigida a los obispos de Europa, he invitado a todas las Comunidades cristianas a unirse en un encuentro de oración especial, el 7 de diciembre próximo, fecha en que yo mismo participaré en una celebración ecuménica junto con los representantes de las diversas Iglesias y comunidades cristianas presentes en el Sínodo.

3. "Velad y orad" (Mt 26, 41), es el mandato del Señor. Oremos para que Dios nos ayude a comprender nuestro futuro común, a la luz de las experiencias pasadas, y nos dé la fuerza para caminar unidos.

Invoquemos para ello la intercesión de los santos patronos de Europa, Benito, Cirilo y Metodio, y la de los numerosos santos y santas europeos.

Imploremos sobre todo la protección especial de la Madre de Dios, venerada con confianza perseverante por todos los pueblos del continente europeo, con la plegaria del Ángelus.

* * *

Después del Ángelus

Saludo muy cordialmente a todas las personas de lengua española aquí presentes para la plegaria a la Santísima Virgen.

Particularmente doy mi bienvenida al coro y orquestra de la Capilla de Música de la Catedral de Pamplona (España). Que la bella música que ejecutáis os ayude para elevar los corazones hasta Dios Padre.

A todos los peregrinos procedentes de América Latina y de España, imparto con afecto la Bendición Apostólica.



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