JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 12 de enero de 1992

1. Iniciamos hoy nuestra peregrinación espiritual, de la que he hablado el pasado domingo, a santuarios o lugares de culto más significativos de América Latina, con la finalidad de detenernos en ellos para rezar y reflexionar sobre la nueva evangelización, con ocasión del V Centenario de la llegada del mensaje de Jesucristo al continente americano.

Dirijamos, ante todo, nuestro pensamiento a la catedral de Santo Domingo: la primera catedral construida en América. En ella se venera la gran «cruz de la evangelización» que, en 1514, fue bendecida y erigida por mons. Alejandro Geraldini, primer obispo que llegó a aquellas tierras, en la isla «La Española», que actualmente corresponde a la República Dominicana y Haití.

2. E1 12 de octubre de 1984, en la ciudad de Santo Domingo, yo mismo entregué una reproducción de dicha cruz, en dimensiones reducidas, a los presidentes de las Conferencias episcopales de América y destiné también al Vaticano una, que se conserva ahora en la nave central de la basílica de San Pedro.

¡La cruz de Cristo, que desde hace ya cinco siglos ilumina América, ha de continuar alumbrando los caminos del Evangelio en estos años decisivos para el futuro de aquel continente!

Estoy seguro de que la IV Conferencia general del Episcopado latinoamericano trazará, precisamente en Santo Domingo, las coordenadas de una renovada estrategia evangelizadora, que responda adecuadamente a los grandes desafíos pastorales de la hora presente.

3. La catedral de dicha ciudad comenzó a edificarse en 1523 y fue terminada y consagrada en 1541. En ella se encuentra la primera pintura de la Virgen Santísima que fue llevada a América. Según la tradición, la llevó de Sevilla Cristóbal Colón en su primer viaje, el año 1492. En el majestuoso templo, dedicado a Nuestra Señora de la Encarnación, la Madre de Dios es invocada todavía hoy como «Nuestra Señora de la Antigua».

A María, humilde y fiel sierva del Señor, confiamos con la plegaria del Ángelus la fascinante tarea de la nueva evangelización y los esfuerzos que los pueblos latinoamericanos realizan en defensa de la dignidad humana y para la consolidación de una cultura auténticamente cristiana.