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JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 28 de junio de 1992

 

1. Continuamos nuestra peregrinación espiritual por los santuarios de América, para dar así relieve a las celebraciones del V Centenario de la llegada del mensaje evangélico al nuevo mundo.

En la catedral de Florida, ciudad del norte del Uruguay, se venera la «Virgen de los Treinta y Tres»: una pequeña y bien modelada imagen de cedro, que se remonta a los primeros tiempos de la evangelización de aquellas regiones y proviene de las misiones de los jesuitas (siglo XVII). La sagrada imagen, que refleja el carácter autóctono de la cultura hispano-guaraní, se convirtió enseguida en meta de peregrinaciones. A sus pies acudieron, en 1825, los promotores de la independencia del país a implorar la bendición de la Virgen para su campaña libertadora. Eran 33 héroes nacionales y de ese hecho concreto tomó su denominación la patrona del Uruguay.

2. Así, a la «Virgen de los Treinta y Tres» está unido el hilo conductor de las diversas etapas históricas y culturales del noble pueblo uruguayo, que lleva en lo más profundo de su alma el amor a María. Para fomentar esta devoción mariana el Episcopado del Uruguay, en el marco del V Centenario, ha programado para los próximos meses una peregrinación de la imagen de la Madre del Señor por todas las diócesis de la nación.

Recuerdo con emoción mi visita a Nuestra Señora de los Treinta y Tres, el 8 de mayo de 1988 durante el viaje apostólico a aquella querida nación: contemplando la santa imagen, recé por América Latina, pues —como había subrayado aquel mismo día, al recitar el Regina coeli— «la Virgen María, Reina de los Apóstoles, la que con su fe y ejemplo de vida, precede a los heraldos del Evangelio, nos hace sentir la hermandad de todos los pueblos que en estas tierras benditas han acogido la palabra y el bautismo de Cristo. De todos ellos María es Madre y patrona; a todos convoca en una gran familia para la que deseamos esa unidad latinoamericana que ahonda sus raíces en el mensaje cristiano».

3. De la difusión del mensaje cristiano y de su penetración en todos los estratos de la sociedad ha de surgir una auténtica «cultura cristiana», es decir, inspirada en los perennes valores de Evangelio.

La IV Conferencia general del Episcopado latinoamericano afrontará este tema, ya que la nueva evangelización ha de proyectarse sobre la cultura adveniente, sobre todas las culturas, pues como ha recordado Pablo VI en la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi: «lo que importa es evangelizar —no de manera decorativa, como un barniz superficial, sino de forma vital, en profundidad y hasta las mismas raíces— la cultura y las culturas del hombre en el sentido rico y amplio que estos términos tienen en la constitución Gaudium et spes (n. 20)».

María Santísima ilumine a los pastores y al pueblo cristiano en la formulación de esta estrategia evangelizadora; ayude a todos los fieles a realizarla con valentía en el continente americano y en el mundo entero, que camina hacia el tercer milenio del cristianismo.



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