JUAN PABLO II
ÁNGELUS
Domingo 7 de marzo de 1999
Amadísimos hermanos y hermanas:
1. Este domingo de Cuaresma se alegra con la proclamación de algunos nuevos beatos. En su testimonio resplandece la luz pascual de Cristo muerto y resucitado, la luz del amor que vence el egoísmo y transforma la existencia humana en un don para Dios y para los hermanos. ¡Ojalá que su ejemplo nos anime a encaminar con decisión nuestros pasos hacia la santidad a la que todos estamos llamados por el bautismo!
Que María, siempre presente en la vida de estos nuevos beatos, nos ayude a no desanimarnos ante las dificultades y nos convierta en adoradores del Padre en espíritu y verdad.
2. Saludo con afecto a los obispos y fieles de lengua española, y a los religiosos agustinos recoletos venidos para la beatificación de los mártires de Motril. Invito a todos a no olvidar el testimonio elocuente de su fe, pues la sangre de los mártires fecunda y da vitalidad a la Iglesia, que se prepara con esperanza a afrontar los grandes desafíos evangelizadores del tercer milenio. Dirijo un saludo fraterno a los peregrinos de lengua francesa, en particular a los que han venido para la beatificación del padre Barré, que anunció la buena nueva de la salvación mediante la educación y el acompañamiento espiritual. Queridos peregrinos, os deseo que sigáis su ejemplo y conservéis siempre el mismo entusiasmo por el Evangelio.
Saludo cordialmente a los fieles de lengua alemana, en particular a los peregrinos de la diócesis de Ratisbona. Para Ana Schäffer la Eucaristía era el manantial de su fuerza y el rosario su compañero permanente. Que el ejemplo de la nueva beata de vuestro país os anime a intensificar cada vez más vuestra oración contemplativa.
3. Ahora, en el momento de dirigir nuestro pensamiento a María en la plegaria del Ángelus, invito a todos a caminar con decisión por el camino del Evangelio, consolados por los ejemplos de los santos y los beatos. Ellos demuestran que es posible seguir a Cristo en cualquier estado de vida, bebiendo de él el «agua viva» del Espíritu Santo, fuente de renovación interior, paciencia, alegría y paz.
Después del Ángelus
Deseo ahora saludar a los fieles de las parroquias de María Inmaculada, la Purísima, San Patricio y San Emilio, de Málaga, venidos a Roma para profesar la fe ante la tumba del apóstol Pedro. A vosotros y a los demás peregrinos de lengua española os encomiendo a la Virgen María y os bendigo de corazón.
(En italiano)
Mañana, 8 de marzo, se celebra el «Día de la mujer». Expreso mis mejores deseos de que esta fiesta sea motivo de renovada reflexión sobre la dignidad y el papel que corresponden a las mujeres en la familia, en la sociedad civil y en la comunidad eclesial.
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