JUAN PABLO II
ÁNGELUS
Viernes 26 de diciembre de 2003
Amadísimos hermanos y hermanas:
1. En el clima alegre de la Navidad, celebramos hoy la fiesta de San Esteban, uno de los primeros diáconos de la Iglesia. También se le suele llamar "protomártir", porque fue el primer discípulo de Cristo que derramó su sangre por él. Fue lapidado por falsas acusaciones, semejantes a las que dirigieron contra Jesús mismo y, como el Maestro, murió perdonando a los que lo mataban.
2. La Iglesia llama dies natalis al día del martirio. En efecto, la muerte del mártir es un nacimiento para el cielo, en virtud de la muerte y la resurrección de Cristo. Precisamente por eso es tan significativo celebrar al primer mártir al día siguiente de la Navidad: el mismo Jesús que nació en Belén dio su vida por nosotros, para que también nosotros, habiendo renacido "de lo alto" por la fe y el bautismo, estemos dispuestos a sacrificar la nuestra por amor a nuestros hermanos.
Hoy deseo recordar de manera especial a las comunidades cristianas perseguidas, y a todos los fieles que sufren por la fe. Que el Señor les dé la fuerza de la perseverancia y la capacidad de amar incluso a los que les hacen sufrir.
3. María, Madre y discípula de su Hijo Jesús, acompaña el camino de todo cristiano, desde la pila bautismal hasta la hora de la muerte. Que ella, la Reina de los mártires, nos ayude a ser también nosotros en toda ocasión "mártires", es decir, testigos del amor de Cristo, al que en estos días contemplamos Niño en el pesebre.
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