JUAN PABLO II
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 6 de mayo de 1987
1. "Seréis mis testigos" (Hch 1, 8).
Estas palabras de Cristo han constituido el hilo conductor del viaje apostólico, que en los primeros días de mayo he realizado a la República Federal de Alemania, invitado por los obispos alemanes y por las autoridades del Estado.
Con ocasión de la audiencia de hoy deseo expresar mi cordial agradecimiento por la invitación y también por la cuidada organización de la visita.
Expreso además mi gratitud a todos los que de diversas maneras han participado en las diferentes celebraciones.
2. "Seréis mis testigos": Las palabras de Cristo, dirigidas a los Apóstoles antes de la Ascensión, deben aplicarse de forma especial, esta vez, a sor Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein, a quien el pasado 1 de mayo he tenido el gozo de proclamar Beata durante la solemne liturgia que se celebró en Colonia.
Edith Stein perdió la vida en el campo de exterminio, compartiendo la suerte de otros millones de hijos e hijas de su nación. Perdió la vida por ser judía y al mismo tiempo por ser carmelita. La heroicidad de sus virtudes de fe y confianza en Dios, de caridad, de paciencia, de amor, de perdón, de ofrenda de la propia vida por la salvación de su pueblo y de su nación, han hecho que la Iglesia pudiera proponerla como ejemplo a todos los fieles, invocando también su intercesión ante Dios. Repito aquí lo que dije como conclusión de la homilía: Nos inclinamos hoy, junto con toda la Iglesia, ante esta mujer a quien de ahora en adelante podremos llamar bienaventurada en la majestad del Señor; nos inclinamos ante esta gran hija de Israel, que, en Cristo Redentor, ha descubierto la plenitud de su fe y de la misión hacia el Pueblo de Dios.
3. Las mismas palabras de Cristo "Seréis mis testigos" deben aplicarse, en el contexto del servicio papal realizado en Alemania, al jesuita padre Rupert Mayer, cuya beatificación tuvo lugar en Munich (Baviera) el 3 de mayo. También el padre Rupert Mayer fue un testigo admirable, tanto en el ejercicio constante de la caridad, como en la intrépida defensa de la verdad. Él aceptó generosamente compartir la cruz de Cristo y no tuvo miedo a afrontar la prisión y el campo de concentración para proclamar y defender los derechos de Dios y los derechos del hombre. Su ejemplo y su mensaje son siempre válidos: "También hoy se trata de dar a Dios lo que es de Dios. Sólo entonces se le dará al hombre lo que es del hombre".
4. Estas dos beatificaciones están en relación con el período durante el cual Alemania y otras naciones de Europa tuvieron un radical reto a la fe y a la moral cristiana: el período marcado por la inhumana acción del sistema nacional-socialista, que ha pesado trágicamente en la historia de nuestro siglo. Durante mi visita pastoral a Alemania he podido también recordar la noble figura de quien en aquellos tiempos terribles se convirtió para la Iglesia y para el pueblo Alemán en un punto de referencia como defensor de los derechos de Dios y del hombre, el cardenal Clemens August von Galen obispo de Münster, exaltando su indómita personalidad y su imperturbable enseñanza.
5. El recuerdo de un pasado relativamente no lejano ha llevado de nuevo a la actualidad en la opinión pública a quienes, de una forma especialmente clara, supieron ser "testigos de Cristo" en el momento de la gran prueba. Y, al mismo tiempo, ese recuerdo ha resonado como un reto para las generaciones cristianas actuales, a fin de que, en un tiempo de plena libertad religiosa y civil, los creyentes lleguen a ser testigos de Cristo en una sociedad caracterizada por un alto bienestar, pero también por una secularización creciente.
6. En el ámbito de la llamada dirigida a todos, algunos temas se han puesto de relieve de forma especial durante la peregrinación.
Uno de ellos ha sido el problema de la justicia social, estrechamente vinculado al problema del trabajo y del empleo. Este punto ha sido tratado en la ciudad de Bottrop, donde, junto a la mina Prosper-Haniel, me he dirigido a los trabajadores y empresarios, y también durante la celebración eucarística en el "Parkstadion" de Gelsenkirchen, donde, subrayando el valor del trabajo y la necesidad de su humanización, he afrontado también el tema del paro y he hecho referencia a los peligros de la tecnología desligada de la conciencia. No ha faltado una referencia a las exigencias de respeto al ambiente ecológico.
7. Otro tema importante ha sido el de "los operarios y operarias de la viña del Señor".
En Augsburgo he tenido un encuentro con las religiosas y novicias y, centrándome en los tres votos de su consagración, les he exhortado a la donación serena y gozosa, a fin de que, por ese testimonio, puedan aportar confianza y valor a otras jóvenes llamadas por el Señor a una vida más perfecta. También en Augsburgo he tenido la alegría de inaugurar el nuevo seminario dedicado a San Jerónimo. Aquí me he dirigido especialmente a los padres, porque la familia es el primer e indispensable seminario; a los enfermos y a los que sufren, a fin de que acepten sus dolores en unión con Cristo y obtengan para la Iglesia abundantes bendiciones; a los teólogos y profesores, para que con su doctrina y su ejemplo cultiven las vocaciones; a los seminaristas, a fin de que el tiempo de seminario sea un período de auténtica formación cultural, ascética y pastoral.
8. La llamada de Cristo a dar testimonio tiene en nuestros tiempos y especialmente en Alemania, un significado profundamente ecuménico. Y, por tanto, un encuentro muy importante tuvo lugar en la basílica de San Ulrico y Santa Afra de Augsburgo, con los hermanos de la Ortodoxia y de la Reforma. La ciudad de Augsburgo es históricamente famosa porque de ella recibió nombre la "Confessio Augustana" de 1530, que comprometió a los seguidores de Lutero y a los católicos a un intento de reunificación y reconciliación doctrinal y disciplinar. "¿Qué dirección habría tomado la historia, qué posibilidades misioneras habría habido para el nuevo continente, si entonces la superación de las divisiones y la clarificación de los problemas en debate hubieran tenido un resultado positivo?" Esto he dicho durante el encuentro ecuménico de oración y meditación. Debemos rezar incesantemente y cumplir hoy lo que hoy es posible, para que mañana pueda realizarse lo que será necesario mañana.
9. Las palabras "seréis mis testigos", se han tomado desde el comienzo como una llamada a la evangelización de todos los países y de los continentes y, concretamente, para la evangelización de Europa. Un lugar que da testimonio de esa evangelización en el curso del primer milenio, es la ciudad de Espira antiquísima sede imperial. Por eso era oportuno que precisamente en su magnifica catedral románica, donde están las tumbas de los emperadores y en su histórica plaza, tratando el tema de "La construcción de una Europa cristiana", me refiriese una vez más a la necesidad de "una nueva evangelización" de Europa en la perspectiva del tercer milenio.
10. En la proximidad ahora ya de la apertura del Año Mariano, han sido muy significativas y conmovedoras las ceremonias de apertura de las peregrinaciones a la basílica de Kevelaer, del acto de consagración a la Virgen, "Consoladora de los afligidos", y el sucesivo rezo de Laudes. Refiriéndome al místico acontecimiento de Pentecostés, cuando los Apóstoles, unidos con María, recibieron el Espíritu Santo, repito también hoy lo que he dicho en Kevelaer: "Los auténticos pilares de la historia hay que buscarlos en los lugares silenciosos de la oración".
11. Que estos importantes días del viaje pastoral, en el curso de los cuales se me ha concedido cumplir el servicio papal en medio de la Iglesia de la República Federal de Alemania, por intercesión de María Santísima y de los nuevos Beatos Teresa y Rupert, produzcan el fruto prometido por Jesús a los Apóstoles en el Cenáculo: "No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros y os he destinado para que vayáis y deis frutos, y vuestro fruto permanezca (Jn 15,
Saludos
Amadísimos hermanos y hermanas:
Mi más afectuoso saludo se dirige ahora a los sacerdotes, religiosos y religiosas, así como a los peregrinos, que llegados de España o de América Latina, están aquí presentes.
Saludo de modo especial a la peregrinación de la Parroquia de Villar del Arzobispo, al grupo escolar de Camullera y a las alumnas del Colegio Santo Domingo, de Madrid. Asimismo me es particularmente grato saludar a los peregrinos de la Arquidiócesis de Salta, ciudad que tuve la oportunidad de visitar durante mi reciente visita pastoral a la Nación Argentina. A vosotros quiero hacer portadores del profundo reconocimiento del Papa por la entrañable y filial cogida que me disteis durante mi breve permanencia en vuestra ciudad. Este reconocimiento se extiende a los amadísimos hijos e hijas de Argentina.
A todos los presentes de lengua española, en prenda de la constante protección del Altísimo, imparto la bendición apostólica, que extiendo complacido a vuestros seres queridos.
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