VISITA A LA PARROQUIA ROMANA DE SANTA CATALINA DE SIENA
HOMILÍA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
Domingo, 10 de octubre 1999
1. "El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo" (Mt 22, 2).
En el evangelio que acabamos de proclamar, Jesús describe el reino de Dios como un gran banquete de boda, con abundancia de alimentos y bebidas, en un clima de alegría y fiesta que embarga a todos los convidados. Al mismo tiempo, Jesús subraya la necesidad del "traje de fiesta" (Mt 22, 11), es decir, la necesidad de respetar las condiciones requeridas para la participación en esa fiesta solemne.
La imagen del banquete está presente también en la primera lectura, tomada del libro del profeta Isaías, donde se subrayan la universalidad de la invitación "para todos los pueblos" (Is 25, 6) y la desaparición de todos los sufrimientos y dolores: "Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros" (Is 25, 8).
Son las grandes promesas de Dios, que se cumplieron en la redención realizada por Cristo, y que la Iglesia, en su misión evangelizadora, anuncia y ofrece a todos los hombres. La comunión de vida con Dios y con los hermanos, que por obra del Espíritu Santo se actúa en la existencia de los creyentes, tiene su centro en el banquete eucarístico, fuente y cumbre de toda la experiencia cristiana. Nos lo recuerda la liturgia cada vez que nos disponemos a recibir el cuerpo de Cristo. Antes de la comunión, el sacerdote se dirige a los fieles con estas palabras: "Dichosos los invitados a la cena del Señor". Sí, somos verdaderamente dichosos, porque hemos sido invitados al banquete eterno de la salvación, preparado por Dios para todo el mundo.
2. Amadísimos hermanos y hermanas de la parroquia de Santa Catalina de Siena, al venir hoy a vosotros, reanudo mis habituales visitas pastorales a las parroquias de Roma. Doy gracias al Señor porque me ofrece la oportunidad de visitar vuestra comunidad parroquial dedicada a santa Catalina de Siena. Como bien sabéis, con ocasión de la apertura del Sínodo de los obispos para Europa, hace algunos días, tuve la alegría de proclamarla, junto con santa Brígida de Suecia y santa Edith Stein, copatrona del continente europeo. A ella, y a las otras dos santas patronas de Europa, les renuevo la consagración de los trabajos de la Asamblea especial del Sínodo de los obispos y el compromiso de la nueva evangelización en nuestro continente.
Deseándoos que crezcáis bajo la constante protección de santa Catalina, os saludo con alegría a todos. Saludo al cardenal vicario, al monseñor vicegerente, a vuestro querido párroco, monseñor Aldo Zega, y a los sacerdotes que colaboran con él. Dirijo un cordial saludo a las comunidades que están hermanadas con vuestra parroquia, y en particular a la de Trieste, que hoy está presente aquí con una significativa delegación. Saludo a los componentes de los numerosos grupos parroquiales y a cuantos colaboran en las diversas actividades formativas, socioculturales y caritativas de la parroquia.
3. Saludo también con gratitud a los padres marianistas, que nos acogen para esta celebración. Desde hace tiempo, en los terrenos pertenecientes a su congregación se halla el edificio prefabricado de las obras parroquiales. Gracias de corazón a las religiosas Hospitalarias de la Misericordia que, desde la fundación de la parroquia, han puesto generosamente a disposición su iglesia, asegurando el servicio de la sacristía y muchas otras formas de colaboración.
Queridos religiosos y religiosas, gracias por vuestra disponibilidad para afrontar las necesidades pastorales de la parroquia. Deseo vivamente que esta fecunda cooperación prosiga y se profundice cada vez más, no sólo aquí, sino también en todas partes. En efecto, el desafío de la nueva evangelización se dirige a los diversos componentes del pueblo de Dios, y exige que cada uno ponga a disposición sus recursos para servir mejor al Evangelio. De este modo, los sacerdotes diocesanos y religiosos, las comunidades parroquiales y las familias religiosas masculinas o femeninas trabajan juntos, en el respeto de sus legítimas autonomías, para anunciar y testimoniar a Cristo, único Redentor de la humanidad. Vuestra parroquia ha recorrido hasta ahora este camino; os animo a proseguir en él con confianza y generosidad.
Después de los primeros años difíciles de su fundación, vuestra parroquia ha recorrido un intenso camino comunitario, alcanzando un buen nivel de estructuración y organización pastoral. Aunque carece de un verdadero centro para las obras parroquiales, ha sido capaz de ofrecer a los habitantes de este territorio un itinerario continuo de catequesis y formación en la vida cristiana, así como un testimonio concreto de caridad evangélica. Seguid adelante.
Mientras os deseo de corazón que consigáis pronto un terreno para construir un lugar adecuado de culto, os invito a atesorar la experiencia realizada durante estos años. En vuestra acción apostólica, no os contentéis con dirigiros a cuantos ya se han adherido a la fe cristiana o mantienen con ella un contacto, aunque sea esporádico. Id en busca de cada persona, y anunciad a todos el Evangelio donde la gente vive, trabaja, estudia, sufre y pasa su tiempo libre.
4. Ésta es la misión a la que estamos llamados, especialmente con vistas al año jubilar, que comenzará dentro de pocos meses con la apertura de la Puerta santa. Imitad el ejemplo de vuestra patrona celestial, santa Catalina, humilde e intrépida terciaria dominica, que se consagró sin escatimar esfuerzos al servicio de la Iglesia. Que esta gran santa sea para todos, además de protectora particular, modelo para seguir en el camino de la santidad.
Seguidla vosotros, queridos jóvenes, que os estáis preparando para la Jornada mundial de la juventud. A este respecto, os recuerdo cuanto escribí en el Mensaje para dicha Jornada: «Tened la santa ambición de ser santos, como él ―Cristo― es santo» (n. 3: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 9 de julio de 1999, p. 2). Santa Catalina de Siena expresa, de manera admirable, la síntesis entre contemplación y acción, a la que debéis tender para ser los apóstoles del nuevo milenio.
Roma se prepara para celebrar el Congreso eucarístico internacional: quiera Dios que el amor a la Eucaristía, que tuvo santa Catalina, sea fuente de inspiración para todos los creyentes, a fin de que no les falte el entusiasmo del amor a Dios y al prójimo, especialmente a los más necesitados. Sobre todo vosotras, mujeres de esta comunidad, dirigid vuestra mirada a santa Catalina de Siena: el típico genio femenino, que la hizo intrépida y valiente, os impulse a ser fuertes, constructivas y creativas en el amor a Dios y en la solicitud por vuestros hermanos.
5. "Todo lo puedo en aquel que me conforta" (Flp 4, 13). Con estas palabras, san Pablo expresa el sentido profundo de su vida misionera. Ésta es también la síntesis de la experiencia espiritual de santa Catalina de Siena y de todos los fieles servidores del Evangelio. Deseo que también vuestra comunidad repita con el apóstol san Pablo y con los verdaderos discípulos de Cristo: "Todo lo puedo en aquel que me conforta".
Pidamos al Señor, con las palabras de la oración Colecta de la liturgia de hoy, que su gracia continuamente nos preceda y acompañe en nuestro camino personal y comunitario, de manera que, sostenidos por su ayuda paterna y por la intercesión materna de María, Madre de la Iglesia, no nos cansemos jamás de hacer el bien.
Amén.
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