CARTA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A MONSEÑOR ANGELO ACERBI
Querido y venerado hermano:
Desde que usted se encuentra, con otros diplomáticos, en situación tan dramática, he estado y estoy muy cercano a usted con el pensamiento, el afecto y sobre todo con la oración. Incluso públicamente manifesté estos sentimientos en la audiencia del pasado 5 de marzo. Pero mucho más ahora, cuando se acercan los días santos de la Pasión del Señor, mi presencia y mi participación espiritual en sus sufrimientos son particularmente intensas.
Deseo manifestarle toda mi admiración por el ejemplo de fortaleza, de calma, de prudencia que está demostrando; y además fortalecerle en el testimonio de sacerdote, de obispo, de Representante del Papa, que especialmente está llamado a dar ahora. ¡Animo! Jesús está con usted, con usted está la Virgen Santa, para infundirle serenidad y paz. Así lo pido y lo deseo desde lo más íntimo del alma.
Pienso en usted, y al mismo tiempo en cuantos comparten su suerte; y mientras pido ardientemente a Dios que les devuelva pronto la libertad, con gran benevolencia imparto mi particular confortadora bendición apostólica.
Y al Señor que —como dije en la mencionada audiencia—"tiene en su mano el corazón de los hombres y puede hacer brotar en ellos pensamientos rectos y buenos propósitos" le ruego que toque el corazón de quienes, desde hace ya demasiado tiempo, tienen como rehenes a usted y a otras personas, y les induzca a ese gesto de humanidad que el mundo espera. .
Recordándole siempre le envío mi cordial y afectuoso saludo.
Vaticano, 24 de marzo de 1980.
IOANNES PAULUS PP. II
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