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MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
PARA LA XX JORNADA INTERNACIONAL DE LA ALFABETIZACIÓN*

 

Al Sr. Don Amadou-Mathar M'Bow,
Director General de la UNESCO
.

La Jornada Internacional de la Alfabetización, que se viene celebrando anualmente desde hace ahora veinte años, nos invita a una reflexión profunda sobre los objetivos que se han alcanzado ya y además sobre las metas aún propuestas a los esfuerzos perseverantes de cuantos tienen el grave deber de buscar una solución a la situación penosa de muchísimos analfabetos, que se encuentran en una dependencia que dificulta su desarrollo.

Nos complace constatar en primer lugar que los resultados obtenidos permiten rechazar cualquier tentación de desaliento ante la inmensidad de la tarea: quienes tienen en sus manos los elementos para su promoción y para el desarrollo del país son ya, en efecto, muy numerosos, sobre todo en las regiones más desfavorecidas; ellos nos descubren el valor precioso de la solidaridad humana, a todos los niveles.

Pero los problemas no resueltos son todavía mayores que las victorias logradas en este campo. Es preciso continuar los esfuerzos que se están realizando e incluso multiplicarlos. En la conciencia de los hombres del mundo entero debe penetrar la convicción cada vez más fuerte de que, en el combate por la paz, la lucha contra el analfabetismo puede constituir un factor de suma importancia.

Celebrada en el marco del Año Internacional de la Paz, esta Jornada de la Alfabetización nos ofrece la oportunidad de prestar atención a la contribución que la alfabetización puede aportar al acercamiento entre los pueblos y a su comprensión mutua. Quien desee la paz debe trabajar también por crear la posibilidad de mejor comunicación, y, en consecuencia, de mejor comprensión y entendimiento entre las personas a las que afecta la alfabetización.

Hago votos fervientes para que la próxima Jornada se celebre en un clima de esperanza y esté marcada sobre todo por un compromiso renovado en favor de la alfabetización.

Y deseo que los hombres, liberados del miedo y las amenazas de conflictos armados, que podrían ser apocalípticos, en lugar de enfrentarse unos a otros, aprendan a intensificar entre sí los lazos de fraternidad, gracias a los medios de comunicación que pone en sus manos la civilización moderna. Que todos colaboren y actúen efectivamente en la construcción de un futuro mejor, sabiendo y queriendo utilizar al máximo todas las posibilidades materiales, morales y espirituales de que dispone tan providencialmente la humanidad.

Pido a Dios Omnipotente que bendiga los esfuerzos que realizan en este sentido tantas personas de buena voluntad.

Vaticano, 1 de septiembre de 1986

JUAN PABLO II


*L'Osservatore Romano. Edición semanal en lengua española, n. 39, p.9.



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