VIAJE A LA REPÚBLICA DOMINICANA,
MÉXICO Y BAHAMAS
PALABRAS DEL PAPA JUAN PABLO II
ANTES DE SALIR HACIA AMÉRICA LATINA
Aeropuerto de Fiumicino, Roma
Jueves 25 de enero de 1979
Os doy sinceramente las gracias por vuestra presencia en este lugar, en el momento en que me separo unos días de mi querida diócesis y de Italia, para ir a América Latina.
Vuestro gesto, tan delicado y atento, me conforta y es un auspicio sereno del feliz resultado del viaje que quiere ser ante todo, como sabéis, peregrinación de fe: el Papa va a postrarse ante la imagen prodigiosa de la Virgen de Guadalupe de México, a invocar su ayuda maternal y su protección sobre el propio ministerio pontificio; a repetirle con fuerza acrecida por las nuevas e inmensas obligaciones: «¡Soy todo tuyo!»; y a poner en sus manos el futuro ce la evangelización en América Latina.
Además, el Papa va a algunas zonas del Nuevo Mundo como mensajero del Evangelio ante millones de hermanos y hermanas que creen en Cristo; quiere conocerlos, abrazarlos, decir a todos —niños, jóvenes, hombres, mujeres, obreros, campesinos, profesionales— que Dios los ama, que la Iglesia los ama, que el Papa los ama; y también para recibir de ellos el estímulo y el ejemplo de su bondad, de su fe. Por lo tanto, el Papa sigue en espíritu las huellas de misioneros, sacerdotes y de todos los que, desde el descubrimiento del Nuevo Mundo, han difundido con sacrificio, abnegación y generosidad, en aquellas inmensas tierras, el mensaje de Jesús predicando amor y paz entre los hombres.
Finalmente, el Papa realiza este viaje para participar, con sus hermanos obispos, en la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, que se celebrará en Puebla. En esta reunión se tratarán problemas importantes referentes a la acción pastoral del Pueblo de Dios, acción que debe tener presentes, a la luz del Concilio Vaticano II, las complejas situaciones socio-políticas locales para penetrarlas del fecundo fermento del anuncio evangélico. El Papa irá a Puebla para ayudar y «confirmar» (cf. Lc 22, 32) a sus hermanos obispos.
Al disponerme a emprender el vuelo, después de haberme despedido del cardenal Secretario de Estado y de otros cardenales que están con él, expreso mi aprecio agradecido al Presidente del Consejo del Gobierno Italiano y a las autoridades civiles y militares; saludo al señor Decano del Cuerpo Diplomático ante la Santa Sede, y a los Embajadores de América Latina; y a cuantos han venido a desearme buen viaje. A todos bendigo de corazón.
Gracias otra vez. Hasta pronto, con la ayuda de Dios.
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