PEREGRINACIÓN APOSTÓLICA A POLONIA
DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LOS FIELES REUNIDOS EN LA PARROQUIA DE SAN SEGISMUNDO
Czestochowa
Lunes 4 de junio de 1979
1. Con verdadera alegría vengo a esta parroquia que, junto con toda la diócesis de Czestochowa, espera la visita ya cercana de la imagen de la Virgen de Jasna Góra.
Después de dejar la sede primacial de Gniezno, comienza la visita aquí. Por eso deseo ya hoy saludar a la Madre de la Visitación en esta nueva etapa de su peregrinación a través de la tierra polaca. Lo hago en cordial unión espiritual con mi querido hermano de la diócesis de Czestochowa, con los obispos que lo ayudan, con todos los Pastores y sacerdotes diocesanos y religiosos, con las queridas hermanas de tantas congregaciones religiosas. Lo hago con el corazón de todo el Pueblo de Dios que en todas partes es particularmente sensible a la presencia de la Virgen de Jasna Góra.
2. La visita de la imagen de Jasna Góra a través de su copia fiel; bendecida en 1957 por el Santo Padre Pío XII, tiene más de veinte años de historia. Desde el verano de 1957 la imagen comenzó a visitar sucesivamente cada una de las parroquias, pasando de la archidiócesis de Warszawa (Varsovia), a la diócesis de Siedlce, de Lomza, a la archidiócesis de Bialystok, a la región de los Lagos y a Pomerania, a la diócesis de Warmia, Gdansk y Pelplin; y después al territorio de la antigua administración de Gorzów, actualmente dividida en tres diócesis: Szczecin-Kamien, Koszalin-Kolobrzeg y Gerzów, con sus nuevos, confines. La visita de la Virgen peregrina pasó seguidamente a Slask; a la archidiócesis de Wroclaw y a la diócesis de Opole, para llegar a la diócesis de Katowice y a las otras diócesis meridionales, es decir, a la archidiócesis de Kraków (Cracovia), a la diócesis de Tarnów, de Przemysl y al territorio de la archidiócesis de Lubaczów; luego, a la diócesis de Lublín y de Sandomierz. Después de la visita a la diócesis de Kielce, la imagen se dirigió hacía la diócesis de Drohiczyn, y también a la de Lodz, para volver hacia el Norte, a las diócesis de Wloclawek y de Plock. Desde Plock esta cadena de visitas pasó a la archidiócesis de Poznan y finalmente a la de Gniezno. Hoy a esta magnífica cadena se añade la diócesis de Czestochowa que constituye, por así decirlo, el último anillo.
He enumerado todas las etapas de las visitas de la Virgen peregrina de Jasna Góra, porque cada una de ellas desarrollaba aquella idea bendita, en la que se inspiró el Siervo de Dios el Papa Pío XII, y el Episcopado polaco, al emprender esta práctica religiosa hace ahora veinte años.
3. He saludado a Nuestra Señora de Jasna Góra en su imagen peregrina en varias etapas. La he saludado sobre todo cuando visitaba las parroquias y las comunidades del Pueblo de Dios de la archidiócesis de Kraków, de la que yo era el Pastor.
Hoy deseo saludarla —por inescrutable designio de la Providencia— en mi calidad de Sucesor de todos los Papas que han vivido durante este período, comenzando por Pío XII, y luego Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo I. Saludo a María, agradeciéndole todas las gracias de su visita en cada una de sus etapas. Sé, por personal experiencia pastoral, cuán grandes y especiales sean estas gracias. A través de estas visitas de la imagen peregrina de Jasna Góra, en su copia fiel, ha comenzado como un nuevo capítulo en la historia de Nuestra Señora de Jasna Góra en tierra polaca.
En esta visita ha encontrado su expresión tangible la doctrina del Concilio Vaticano II, contenida sobre todo en la Constitución dogmática sobre la Iglesia. Estas visitas han demostrado lo que es la real presencia materna de la Madre de Dios en el misterio de Cristo y de su Iglesia. Saliendo de su santuario de Jasna Góra, para visitar cada una de las diócesis y cada una de las parroquias polacas, María se ha mostrado a todos nosotros, de modo particular, Madre. En efecto, la madre no espera a los hijos solamente en la propia casa, sino que les sigue por doquiera establezcan su morada: en cualquier parte que vivan, en cualquier parte que trabajen, en cualquier parte que formen sus familias, en cualquier parte que se hallen clavados en un lecho de dolor, y hasta en cualquier camino descarriado en que se encuentren, allí donde se olviden de Dios y estén cargados de culpas.
En todas partes.
Por tanto, deseo hoy, juntamente con vosotros aquí presentes, manifestar una inmensa gratitud por todo esto. Deseo ser el eco principal de todos los corazones, de todas las familias y comunidades, de todos los Pastores: presbíteros y obispos. De todos.
Y al mismo tiempo, saludando espiritualmente a María en su imagen peregrina, en el umbral de cada parroquia de la diócesis de Czestochowa —mientras la cadena de la visita pasa al obispo de la iglesia de Czestochowa con sus hermanos en el Episcopado, con los Pastorea, los sacerdotes, las familias religiosas y con todo el Pueblo de Dios— deseo ser mensajero de una gran expectativa y de una ardiente esperanza. Vuestros corazones están llenos de esta expectativa. María misma con su imagen os trae la esperanza. ¿No fue un cambio grande en la historia de la humanidad el momento de la Anunciación en Nazaret? ¿No llevó María la esperanza a la casa de Zacarías cuando fue a visitar a Isabel parienta suya? ¿No ha llamado el Papa Pablo VI a la Madre de Dios en nuestros tiempos difíciles "principio de un mundo mejor"? El beato Maximiliano Kolbe, "soldado" polaco de la Inmaculada, ¿no ha sentido también él el mismo misterio?
¡Sea bendita la permanencia de María en cada una de las parroquias de vuestra diócesis de Czestochowa!
Como, en los comienzos, el Siervo de Dios Pío XII, también hoy —en la última etapa de la peregrinación de la imagen de Jasna Góra— yo, indigno Sucesor suyo, Juan Pablo II Papa, hijo de la nación polaca, bendigo de todo corazón a quienes acogen a María.
Deposito el presente saludo y la bendición en las manos del obispo de Czestochowa, para que sea leído —como suele hacerse— durante la visita a cada parroquia.
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