PEREGRINACIÓN APOSTÓLICA A POLONIA
DISCURSO DEL PAPA JUAN PABLO II
EN LA CATEDRAL DE CRACOVIA
Miércoles 6 de junio de 1979
Al llegar a Kraków, he dirigido mis primeros pasos hacia la catedral para encontrarme con vosotros, que esperabais aquí, junto a la tumba de San Estanislao, de la Reina Santa Eduvigis, y junto a la tumba de nuestros reyes, de nuestros caudillos, de nuestros inspirados poetas nacionales. Todos sabéis muy bien lo que ha sido para mí esta catedral de Wawel.
Saludo a todo el presbiterio de la Iglesia de Kraków, tan querido para mí, reunido junto a las reliquias de su Patrono, obispo hace ahora nueve siglos, y al mismo tiempo junto a su actual sucesor, el metropolitano de Kraków, y a sus hermanos en el Episcopado.
Saludo a todos.
Desde 1972 vine preparando, junto con vosotros, queridísimos hermanos, este jubileo que ahora celebramos. aunque de modo tan diverso del que se preveía. ¡Son inescrutables los designios de Dios! ¡Inescrutables sus caminos!
Habíamos proyectado juntos que este año se haría la visita a todas las parroquias de la archidiócesis de Cracovia con las reliquias de San Estanislao, y sé que esto se está realizando. Permitidme que a esta sucesión de visitas añada también la mía actual en la basílica de Wawel que, como catedral, es madre de todas las iglesias y parroquias de la archidiócesis. Mediante la visita a las santas reliquias, aquí en la catedral, visito indirectamente a cada una de las parroquias. Y, de este modo, visito también a cada uno de vosotros, queridísimos hermanos e hijos, a cada uno en el propio puesto de trabajo. Visito a todas las comunidades del Pueblo de Dios, de las que sois Pastores. Os ruego que saludéis a vuestras parroquias, a vuestras iglesias, a vuestras capillas. Saludad a todos los santuarios siempre tan queridos para mi corazón.
¡Saludad a las familias, a los padres, a la juventud!
Lo mismo que entonces, también ahora ruego cada día por mi querida archidiócesis:
por las familias;
por las parroquias y vicarías foráneas;
por las congregaciones religiosas masculinas y femeninas;
por el seminario de Kraków y todos los seminarios que tienen sede en la ciudad;
por el ateneo teológico, que es heredero de la facultad más antigua de Polonia, de la Universidad Jagellónica, que debemos a la Reina Santa Eduvigis;
por el consejo presbiteral;
por la curia metropolitana;
por el cabildo encargado de la custodia de Wawel;
por el Sínodo de la archidiócesis y de la metrópoli.
Bendito sea Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo que nos ha bendecido con el don de una particular unidad en su servicio. Amén.
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