VIAJE APOSTÓLICO A LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA
DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
EN EL BARRIO DE SOUTH BRONX
Nueva York
Martes 2 de octubre de 1979
Queridos hermanos y amigos:
Una de las visitas a la que atribuyo gran importancia y a la que desearía poder dedicar más tiempo, es precisamente la que estoy haciendo a South Bronx, en esta inmensa ciudad de Nueva York, donde residen tantos inmigrantes de colores, razas y pueblos diversos, entre ellos la numerosa comunidad de lengua española, vosotros a quienes ahora me dirijo.
Vengo aquí porque conozco las condiciones difíciles de vuestra existencia, porque sé que el dolor se hace presente en vuestras vidas. Por ello merecéis una particular atención por parte del Papa.
Mi estancia en este lugar quiere significar un agradecimiento y un aliento a cuanto la Iglesia ha hecho y sigue haciendo, a través de sus parroquias, escuelas, centros sanitarios, puestos de asistencia a la juventud y a la tercera edad, en favor de tantos que experimentan la angustia moral y la estrechez material.
Desearía que esta llama de esperanza —a veces una de las pocas esperanzas— no sólo no se apague, sino que aumente su potencia, para que todos los habitantes de la zona y de la ciudad lleguen a poder vivir con dignidad y serenidad, cono seres humanos individuales, como familias, como hijos de Dios.
No os abandonéis, hermanos y amigos, a la desesperanza, sino colaborad vosotros mismos, dad los pasos que os sean posibles en la empresa de vuestra mayor dignificación, unid vuestras fuerzas hacia metas de una elevación humana y moral. Y no olvidéis tampoco que Dios preside vuestra vida, os acompaña, os llama hacia lo mejor, hacia la superación.
Pero como es además necesaria una ayuda de fuera, hago una insistente llamada a los "leaders", a cuantos pueden hacerlo, para que presten su generosa colaboración en tan encomiable y urgente tarea.
Quiera Dios que pronto sea una hermosa realidad el proyecto de construcción de casas —y otros proyectos necesarios— para que cada persona y cada familia halle un alojamiento conveniente donde vivir en paz bajo la mirada de Dios.
Amigos: os saludo a todos y a vuestros seres queridos, os bendigo y os animo a no desfallecer en el buen camino.
Copyright © Dicastero per la Comunicazione - Libreria Editrice Vaticana