VIAJE APOSTÓLICO A LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA
ALOCUCIÓN DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
ANTE LA TUMBA DE SAN JUAN NEUMANN EN FILADELFIA
Cripta de la iglesia de San Pedro
Jueves 4 de octubre de 1979
Queridos hermanos y hermanas en Cristo:
He venido a la iglesia de San Pedro a rezar en la tumba de San Juan Neumann, un misionero celoso, un Pastor entregado, un fiel hijo de San Alfonso en la Congregación del Santísimo Redentor y cuarto obispo de Filadelfia.
Mientras estaba en la iglesia, he pensado en el único motivo de toda la vida de San Juan Neumann: su amor a Cristo. Sus propias oraciones nos muestran este amor; pues, desde que era un niño, solía decir: "Jesús, quiero vivir para ti; quiero morir por ti; deseo ser todo tuyo en vida; deseo ser todo tuyo en muerte" (Nicola Ferrante, S. Giovanni Neumann, c.ss.r., Pioniere del Vangelo. pág. 25). Y, cuando celebró su primera Misa, rezó con estas palabras: "Señor, concédeme santidad".
Hermanos y hermanas en Cristo: Esta es la lección que aprendemos de la vida de San Juan Neumann, y el mensaje que os dejo hoy: lo que realmente importa en la vida es que somos amados por Cristo y que nosotros, en respuesta, le amamos. En comparación con el amor de Jesús, todo lo demás es secundario. Y sin el amor de Jesús, todo es vano.
Que María, nuestra Madre del Perpetuo Socorro, interceda por nosotros; que San Juan Neumann ruegue por nosotros; y que, con la ayuda de sus plegarias, podamos perseverar en la fe, vivir alegres en la esperanza y ser fortalecidos en nuestro amor a Jesucristo, nuestro Redentor y Señor.
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