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VIAJE APOSTÓLICO A PARÍS Y LISIEUX

CEREMONIA DE DESPEDIDA

DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II

Aeropuerto de Deauville
Lunes 2 de junio de 1980'

 

Señor Primer Ministro:

Ha llegado ya el momento de dejar Francia, al final de una visita que me resultará inolvidable, bajo todos los puntos de vista. No sé qué recuerdo será el más sobresaliente. Cada ceremonia y cada encuentro ha tenido su carácter propio y ha estado cargado de intensidad, tanto en los círculos más reducidos como en el calor de las muchedumbres. Quizá sea el sentimiento de haber llegado al alma de Francia y del pueblo francés, lo que llevaré conmigo como bien particularmente valioso.

Ha sido una acogida del todo excepcional, digna de la hospitalidad de Francia. Una vez más quiero manifestar aquí mi gratitud a los hombres y mujeres de este país, a las familias, a los trabajadores, a los jóvenes, a todos sin excepción; y lo hago desde lo profundo del corazón, A título especial doy las gracias a las autoridades civiles que han colaborado con tanto interés en la realización del programa, y en primer lugar al Excmo. Sr. Presidente de la República y al conjunto del Gobierno, así como al ayuntamiento de París y de Lisieux.

A mis hermanos e hijos de la Iglesia católica, obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos, les dejo al despedirme el don que se nos ha otorgado de una comunión más fuerte, al servicio de nuestra misión de anunciar el Evangelio. Vamos a reanudar esta misión con una energía nueva que esté a la altura de la tarea. ¡Alabado sea Dios que nos concede rendirle testimonio de este modo!

Adiós, querido pueblo de Francia; o más bien, hasta la vista. Te presento mis deseos más fervientes y te bendigo en el nombre del Señor.

 



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