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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LA III ASAMBLEA GENERAL DEL INSTITUTO SECULAR
MISIONERAS COMBONIANAS


Sábado 3 de enero de 1981

 

Queridísimas hermanas:

Con ocasión de la asamblea general del instituto secular Misioneras Combonianas, las delegadas y representantes de varios grupos esparcidos por Italia y el exterior, habéis deseado vivamente este encuentro con el Papa para escuchar su palabra. Os doy las gracias sinceramente por este gesto vuestro de deferencia filial tan espontáneo y significativo; y al recibiros con gran gozo y afecto, os presento mi saludo cordial que deseo extender a todos los miembros del instituto.

Erigido canónicamente en 1969, vuestro instituto tiene como finalidad la animación misionera en la patria y el trabajo directo en las misiones, siguiendo la espiritualidad de mons. Daniele Comboni, el intrépido misionero de Verona, fundador de los misioneros y misioneras del Corazón de Jesús, quien con el célebre "Plan para la regeneración de África" (1864) tuvo estupendas y modernas intuiciones para "promover la conversión de África por medio de África". En la sede central de Carraia (Luca), habéis pensado estos días en revisar el camino realizado en los cinco años últimos, renovar los cargos directivos y programar el trabajo futuro. Formulo los votos más cordiales y os animo vivamente en esta obra de animación con el fin de que siga creciendo siempre vuestro fervor por la causa misionera, tan noble y esencial para la fe cristiana. Pues conocéis bien el mandato expreso de Jesús a sus Apóstoles y seguidores: "Enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar cuanto yo os he mandado" (Mt 28, 19-20).

Por ello os exhorto a dedicaros con empeño creciente y generosidad a vuestra obra de animación misionera, viviendo plenamente la espiritualidad ardorosa y valiente de mons. Daniele Comboni, para ser de verdad luz que ilumina al mundo y fuego de fe y de amor.

El cardenal Guglielmo Massaia, que conocía bien a Comboni y fue su amigo e inspirador, en su obra monumental "Mis treinta y cinco años de misión" lo definía "lleno de celo, fervor y virtud", y afirmaba que aprendía en su doctrina y. en la firmeza de su carácter (Vol. VIII). En una carta al cardenal Prefecto de la Sagrada Congregación de "Propaganda Fide", escribía: "Yo me había dedicado a la salvación de los Galla y creía haber hecho algo; en cambio, he encontrado un corazón mucho más grande, que lleva el peso de toda África y quisiera verla convertida" (10 de febrero de 1865), y expresaba su admiración por él. Cuando tuvo noticia de que Comboni había sido elegido obispo y nombrado vicario apostólico de África Central (31 de julio de 1877), al manifestarle con gozo su estima y consideración, le escribía: "Sabed que os quiero no por vuestra bella presencia, sino por vuestro gran corazón y por el amor a Dios que os arde dentro; y os baste esto...".

Queridísimas hermanas: Tened vosotras también un gran corazón y sentid que arde en vosotras un inmenso amor a Dios y a las almas. Hay que dar a conocer el Evangelio a todas las criaturas y hacerlo amar, ¡ésta es nuestra gran tarea de cristianos! Para esto nació Jesús en Belén, para esto murió en la cruz. Sea vuestra preocupación constante la de estudiar y ahondar la fe a fin de vivirla intensamente y testimoniarla con valentía a través del ideal misionero. Y os deseo de corazón que vuestra obra de "animación misionera" en las parroquias, diócesis, escuelas, comunidades eclesiales y filas de la Acción Católica, sea fecunda tanto en la formación de auténticas personalidades cristianas, como en la promoción de muchas vocaciones que se consagren totalmente a Dios y a la salvación de las almas.

Os ayude e inspire María Santísima, a quien tanto amó y predicó Comboni. La Madre celestial os comunique cada día. sobre todo en las dificultades, su caridad, su fe y su espíritu, recordándoos que el sacrificio es el precio de la redención.

Os acompañe mi bendición apostólica.

 



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