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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
AL NUEVO EMBAJADOR DE NIGERIA ANTE LA SANTA SEDE
*

Lunes 1 de febrero de 1982

 

Señor Embajador:

Es un placer para mí recibir las Cartas que acrediten a Su Excelencia como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de su País ante la Santa Sede. Le acojo calurosamente en este nuevo cargo y, a la vez que le doy las gracias por el amable saludo del Presidente de Nigeria que me ha transmitido, le ruego le devuelva idénticos deseos cordiales de mi parte.

Las relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y Nigeria son signo de comprensión y respeto mutuo; y al mismo tiempo, son prenda del empeño de las dos partes de colaborar amistosamente por el progreso de la persona humana y de la sociedad. La Santa Sede y su Nación, cada una en el campo específico de su responsabilidad, luchan por impulsar la elevación espiritual, moral y cultural del hombre y de la mujer, y de las familias y comunidades de que forman parte.

Su presencia aquí hoy es testimonio de la intención de su Gobierno de actuar en armonía con la Santa Sede. Del mismo modo la Santa Sede, y más especialmente la Iglesia Católica en Nigeria, quiere contribuir a garantizar un futuro mejor a vuestro País. Igual que Jesús de Nazaret fue un hombre que “pasó haciendo el bien» (Hech 10, 38), así también los seguidores de Cristo tratan de resplandecer con obras de caridad y justicia en las relaciones con todos sus conciudadanos, sin distinción de credo u otros factores sociales. Para aclarar este punto, permítame que haga referencia a las instituciones educativas de la Iglesia en Nigeria. Entre otras metas, estas instituciones se proponen ayudar a cada persona – hombre o mujer – a desarrollar sus capacidades y talentos de modo que, después de recibir formación en los distintos campos de estudio, contribuya como buen ciudadano al bienestar y progreso creciente de la comunidad. Están al servicio de los padres para ayudarles a ejercer su derecho de elegir el tipo de educación que deseen dar a sus hijos, de acuerdo con sus principios morales y religiosos.

Dentro de unas semanas tendré la gran alegría de visitar al querido pueblo de Nigeria. Hace mucho que estoy pensando en esta peregrinación pastoral. Me brindará ocasión de encontrarme con muchos de mis hermanos y hermanas en Cristo y de unirme a ellos en la alabanza y glorificación del nombre de Dios, Creador y Redentor nuestro. Me proporcionará oportunidad de saludar a los miembros de otras religiones, especialmente a los de fe musulmana, a quienes la Iglesia Católica tiene en gran estima. Deseo mucho encontrar al Excmo. Sr. Don Alhaji Shehu Shagari, Presidente de Nigeria, y a los otros líderes de su Nación. Oro para que este viaje de amistad y de fe profundice más los vínculos de entendimiento y hermandad que ya nos unen.

Le deseo éxito, Excmo. Señor, en la nueva misión que está comenzando, y tenga la seguridad de que le será prestada toda clase de ayuda por parte de la Santa Sede para el desempeño de la misma.


*L'Osservatore Romano, edición semanal en lengua española, n.6, p.9.



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