DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
AL PATRONATO REAL DE LA GRUTA DE COVADONGA
Lunes 21 de agosto de 1989
Alteza Real:
Pláceme tener este encuentro con Usted y los miembros del Patronato Real de la Gruta y Sitio de Covadonga en estas primeras horas del día.
En este rincón sin par, llamado “casa solariega de España y de la Hispanidad”, tiene su sede el Patronado Real que Vuestra Alteza tiene a bien presidir, corno Príncipe de Asturias. Entre los objetivos del Patronato está el de fomentar “el estudio, coordinación y realización de obras, instalaciones y servicios que redunden en el mayor esplendor y efectividad de los valores religiosos, históricos...” (Boletín Oficial del Principado de Asturias y de la Provincia, Ley 2/87 del 8 de abril de 1987, artículo 1). Pero en este quehacer religioso-social cuentan con la sensibilidad, la colaboración y el apoyo del Gobierno, de la Iglesia y del generoso pueblo que ven en este santuario mariano la cuna del renacer de España. Desde los lejanos tiempos de Pelayo hasta la época actual.
Covadonga es vista y considerada como la esencia de España. Por ello, no debe extrañar al visitante y al peregrino que los muros de la basílica de Nuestra Señora alberguen fraternalmente todas las banderas de Iberoamérica, junto con las de España y Asturias. Es como si quisieran manifestar, en el umbral del V centenario del descubrimiento y evangelización del Nuevo Mundo, la unión fraterna existente entre España y América. Unión que brilla de modo fúlgido merced a la fe cristiana. Fe de honda raíz mariana “Per Mariam ad Iesum!” ¡Por María a Jesús! Esto se aplica de forma concreta a la religiosidad popular española y americana.
Cuando, dentro de breves instantes, me postre ante la venerada Imagen de la Santina, puedo asegurar que tendré presente a vuestra Alteza y a los miembros de este alto Patronato para que el servicio religioso y social que prestan alcance los fines previstos. Así se colmarán las esperanzas puestas por los hijos y las hijas de Asturias y de España entera, esperanzas de que este maravilloso enclave, obra admirable del Todopoderoso, siga manteniendo su profunda identidad espiritual.
A Ustedes y a sus familias bendigo de corazón.
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