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MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LOS TREINTA MIL JÓVENES DE LA ACCIÓN CATÓLICA
QUE SE REUNIERON EN EL ESTADIO OLÍMPICO DE ROMA

 

Amadísimos jóvenes de Acción católica:

Con gran alegría hubiera querido estar entre vosotros con ocasión de vuestro extraordinario encuentro y, sobre todo, para compartir ese momento de fraternidad universal en el estadio Olímpico. Sin embargo, mi misión me llama a visitar a los hermanos del Líbano para la conclusión de su Sínodo especial y, por eso, me dirijo a vosotros con este mensaje. Cuando lo escuchéis, estaré espiritualmente presente entre vosotros, y vosotros estaréis unidos a mí en la oración: así se establecerá un puente entre Roma, Beirut y todo el Líbano. Gracias, de corazón, por vuestra participación en el ministerio petrino universal del Papa. Sabéis lo mucho que cuento con los jóvenes. El Papa ama a los jóvenes, esperanza de la Iglesia y de la humanidad. El Papa os quiere mucho, amados chicos y chicas de la Acción católica italiana.

Es muy sugestiva la imagen del puente que, junto con la del arco iris, ha marcado este año el camino de vuestros grupos. Son dos imágenes simbólicas que hacen pensar en Cristo: él es el verdadero y único puente entre Dios y los hombres; él es también el verdadero y único arco iris, signo de alianza y paz para el género humano y para todo el cosmos. Por eso, construir puentes y arco iris significa seguir a Cristo, acogerlo en la propia vida y anunciarlo a los demás.

Amadísimos jóvenes de la Acción católica italiana, Jesús nos llama a todos a convertirnos en puentes y arco iris. A vosotros, jóvenes de Acción católica, os confía la misión de ser jóvenes apóstoles entre los jóvenes, entre vuestros coetáneos. Jóvenes testigos con el estilo del diálogo. También aquí, Cristo es el modelo: su encarnación es el supremo cumplimiento del diálogo de Dios con el hombre. Su Pascua ha constituido un puente de vida sobrenatural que colma el abismo del pecado y de la muerte. Para el cristiano, el diálogo no es una táctica, sino un estilo de vida: significa escuchar, acoger, compartir, hacerse prójimo. Significa también orar, interceder. Significa proponer a Cristo, porque sólo él es el Salvador, la esperanza para todo hombre.

Amadísimos jóvenes, os expreso un deseo, que es también un compromiso: transformad el eslogan elegido para un año en la opción de toda una vida; haced de vuestra existencia un puente hacia Dios y hacia los hermanos. Por esto pido al Señor y, unido espiritualmente a todos vosotros, envío de corazón a cada uno, a los responsables nacionales y a los animadores, a los asistentes espirituales y a cada chico y chica, una bendición especial.

Vaticano, 8 de mayo de 1997.

JUAN PABLO II



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