MENSAJE DEL PAPA JUAN PABLO II
AL PATRIARCA DE CONSTANTINOPLA
CON OCASIÓN DE LA SOLEMNIDAD DE SAN ANDRÉS
A Su Santidad
Bartolomé I
Arzobispo de Constantinopla
Patriarca ecuménico
La fiesta del primer Apóstol llamado (cf. Jn 1, 40) brinda a la Iglesia de Roma la ocasión de manifestar los vínculos profundos que la unen a la Iglesia de Constantinopla.
Andrés encontró al Mesías y fue a decírselo a Simón, su hermano. Él lo llevó a donde Jesús, que dio a Simón el nombre de Pedro (cf. Jn 1, 41-42).
La comunión de los dos hermanos en la acogida de la palabra de Dios sigue siendo un ejemplo y un modelo para las Iglesias que están bajo su patronato. La palabra recibida, que nos transforma, debe anunciarse de manera que pueda ser transmitida a todas las generaciones humanas, llamadas a vivificarse gracias a ella. El vínculo directo de la sucesión apostólica garantiza la autenticidad de su misión.
Precisamente en esta perspectiva cobra todo su significado nuestra participación recíproca en las fiestas de Pedro y de Andrés. La celebración de quienes están en el origen de nuestras Iglesias nos permite tomar nueva conciencia de la unidad que ya existe y que debe realizarse completamente. Ante Dios, asociados en la acción de gracias, la alabanza y la súplica, renovamos nuestra decisión de caminar juntos hacia la meta a la que se nos llama y en la que se nos espera.
La presencia de la delegación encabezada por el señor cardenal Edward I. Cassidy, presidente del Consejo pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos, será la expresión concreta de estos sentimientos, de esta determinación y de esta esperanza.
Una vez más, Santidad, le manifiesto mi profunda caridad.
Vaticano, 25 de noviembre de 1997
JUAN PABLO II
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