DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A VARIOS GRUPOS DE PEREGRINOS JUBILARES
Sábado 11 de noviembre de 2000
Amadísimos hermanos y hermanas:
1. Doy mi cordial bienvenida a cada uno de vosotros, que habéis venido a Roma para renovar vuestra profesión de fe ante las tumbas de los Apóstoles, con ocasión del gran jubileo. Procedéis de diversas diócesis y todos juntos os encontráis hoy en torno al Sucesor de Pedro, expresando de este modo vuestro amor a Cristo y a su Iglesia. Sin duda, esta experiencia, con sus diferentes momentos de celebración, os ayuda a fortalecer vuestra adhesión personal al Evangelio y constituye una valiosa ocasión de conversión, para vivir con renovado impulso la misión apostólica, a la que estáis llamados en virtud de vuestro bautismo. Os acojo con afecto y abrazo espiritualmente a cada uno.
2. Saludo, en primer lugar, a los numerosos peregrinos de la archidiócesis de Messina-Lipari-Santa Lucia del Mela, acompañados por mons. Giovanni Marra, su pastor. Le agradezco, venerado hermano, las corteses palabras que me ha dirigido, interpretando los sentimientos de los fieles y, en particular, de mons. Ignazio Cannavò, arzobispo emérito, y de mons. Francesco Montenegro, obispo auxiliar. Amadísimos hermanos y hermanas, aun en medio de la diversidad de situaciones geográficas, históricas y culturales, vuestra comunidad diocesana dispone de un sólido patrimonio espiritual, arraigado en la fe en Cristo. Acudid constantemente a esta admirable fuente y sacad de ella la valentía y la fuerza necesarias para afrontar con confianza los desafíos de la sociedad actual.
En este Año santo habéis sentido la exigencia de ir a buscar a los que están alejados y, esforzándoos por realizar una nueva "siembra del Evangelio", habéis redescubierto la urgencia del mandato misionero. Desde esta perspectiva, cobra gran importancia la "misión diocesana", bien insertada en el marco del gran jubileo. Gracias a la decidida entrega de los sacerdotes y de muchos agentes pastorales, ya ha suscitado notable interés, poniendo de relieve la urgencia de que cada uno se deje primero evangelizar, para luego, a su vez, llevar a los demás la buena nueva de Cristo.
En este camino, que es la senda de la nueva evangelización, proseguid sin pausa, animados por los recursos espirituales y por la vitalidad de vuestras comunidades cristianas. Mirad hacia adelante, hacia el tercer milenio, y ofreced a todos la alegría liberadora del Evangelio. Salid al encuentro de las necesidades de las familias y de los jóvenes, proporcionándoles provechosas ocasiones de formación religiosa. Buscad a los pobres y a los que sufren, y haced que experimenten la ternura de Dios, Padre celestial de toda criatura humana.
3. Os saludo ahora a vosotros, queridos peregrinos de la archidiócesis de Turín, que, a través de mons. Severino Poletto, vuestro arzobispo, a quien expreso mi gratitud, me habéis manifestado vuestros sentimientos de devoción y afecto. También para vosotros el Año jubilar pone de relieve de modo especial la necesidad de testimoniar el evangelio de la caridad. Por lo demás, eso ya forma parte de la tradición de vuestra ciudad. En efecto, ¡cómo no recordar los numerosos santos de Turín que se distinguieron por la práctica heroica de esta virtud cristiana, la primera y la más importante! La vida de estos paisanos vuestros, muy conocidos por vosotros, constituye también hoy un ejemplo válido que es preciso imitar. Entre tantos, quisiera recordar hoy a san Calixto Caravario, mártir en China, originario de vuestra tierra, a quien tuve la alegría de canonizar el mes pasado. Vivió al servicio de los pobres con gran celo misionero, constituyendo así un ejemplo para vuestra comunidad diocesana comprometida en un gran esfuerzo misionero.
Pienso con íntima emoción en mi visita a Turín y en los momentos que pasé ante la Sábana santa, que en este Año santo ha sido expuesta de nuevo a la devoción de los fieles. En este misterioso espejo del Evangelio cada uno puede descubrir el sentido de su sufrimiento como participación en el de Cristo, fuente de salvación para la humanidad entera. Además, en este encuentro no puedo por menos de pensar en las comunidades de vuestra diócesis, afectadas por las recientes inundaciones. Renuevo a las poblaciones de vuestra región y del cercano Valle de Aosta, duramente probadas, mi especial cercanía y mi constante recuerdo en la oración, deseando que lo más pronto posible todos puedan reanudar una vida familiar y social normal.
4. Y ahora os saludo a vosotros, queridos fieles de la archidiócesis de Trento, acompañados por mons. Luigi Bressan, vuestro pastor. Le agradezco cordialmente la devotas palabras que me ha dirigido en vuestro nombre. Celebráis este año el XVI centenario de la muerte del patrono de vuestra diócesis, san Vigilio, gran evangelizador de vuestras tierras. Conservad siempre celosamente el don de la fe que habéis recibido desde hace muchos siglos: se trata de una valiosa herencia que estáis llamados a transmitir fielmente. A ella acudid constantemente, dado que los manantiales evangélicos son fuente segura de renovación humana y religiosa.
Abrid vuestro corazón a Cristo, camino, verdad y vida. Hoy, como ayer, él interpela las conciencias y pide a cada uno que deje espacio en su alma a su palabra. Acogedla como la acogieron vuestros padres y caminad con entusiasmo por la senda de la solidaridad y del amor. En efecto, la fe vivida de forma integral exige una práctica cristiana coherente en los diversos ámbitos donde se desarrolla la historia humana. Conscientes de la fecunda tradición trentina de la solidaridad y del voluntariado, reavivad el compromiso en las diversas obras y actividades de promoción humana. Así, todas vuestras comunidades serán escuela donde los fieles se formarán en la fe y en el amor concreto y operante.
5. Asimismo, dirijo un cordial saludo al grupo de peregrinos vinculados al santuario de la Santísima Trinidad de Vallepietra. Proceden de varias diócesis y vienen acompañados de mons. Francesco Lambiasi, obispo de Anagni-Allatri, a quien agradezco sus amables palabras. Amadísimos hermanos, fieles al espíritu del jubileo, sed oyentes atentos y solícitos de la palabra de Dios, creciendo en la fidelidad a Cristo y a su mensaje de salvación. Así estaréis a la altura de la misión que se os ha confiado con el bautismo.
Saludo a los participantes en el Congreso internacional organizado por el Consejo pontificio para la pastoral de los emigrantes e itinerantes juntamente con las Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús, sobre el tema de la actualidad del mensaje de la madre Cabrini en relación con la emigración. Amadísimos hermanos, también hoy multitudes inmensas de personas y familias dejan sus tierras para buscar en otras partes condiciones de vida más seguras y dignas. A estos emigrantes dedicáis en estos días vuestra atención. El testimonio y el mensaje de la madre Francisca Cabrini, apóstol audaz y generosa de los emigrantes, iluminen siempre todas vuestras actividades y proyectos en favor de los emigrantes, guiándoos a entablar con ellos un diálogo sincero y respetuoso de la dignidad de la persona.
6. Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, especialmente al grupo de la empresa "Omnilife", que viene acompañado por el cardenal Juan Sandoval Íñiguez, arzobispo de Guadalajara (México). Que vuestra peregrinación sea un verdadero camino interior. Un tiempo propicio de conversión para acoger en vuestros corazones, de un modo nuevo, a Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado, que nos revela el rostro misericordioso del Padre. Y que su Espíritu habite y permanezca siempre en vosotros. En este Año santo os invito a transmitir la alegría de vuestra peregrinación jubilar a vuestras familias y comunidades parroquiales.
Doy una cordial bienvenida a los visitantes de lengua inglesa, y especialmente a la peregrinación jubilar de la diócesis de Venice, en Florida. Ojalá que el paso por la Puerta santa os impulse a una profunda renovación espiritual y a ahondar más en el misterio de gracia que el Señor ha encomendado a su Iglesia. Sobre vosotros y vuestras familias invoco la alegría y la paz de nuestro Señor Jesucristo.
Saludo cordialmente al "Jodelclub" de Riederalp (Suiza). Que vuestra música y vuestro canto alegren a muchas personas. Saludo también a los grupos neocatecumenales de Berlín, Hamburgo y Munich. Habéis venido a la tumba de san Pedro para reforzar las raíces apostólicas de vuestra fe. Que el paso a través de la Puerta santa os dé la fuerza para ser testigos de la fe en vuestra patria al comenzar el nuevo siglo. A todos os imparto la bendición apostólica.
7. Por último, dirijo un afectuoso saludo a las comunidades parroquiales, a las asociaciones y a los demás grupos de peregrinos, en particular a la Confederación de italianos en el mundo, y a los niños cantores de Torrespacata. A todos deseo de corazón que vuelvan a sus casas renovados por esta experiencia jubilar y fortalecidos en su deseo de seguir el Evangelio y testimoniarlo con valentía.
Invocando la protección de María, Madre de Jesús y Madre nuestra, a cada uno imparto de corazón una bendición apostólica especial.
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