ALOCUCIÓN DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A UN GRUPO DE SACERDOTES DE LA IGLESIA ORTODOXA DE GRECIA
Viernes 19 de septiembre de 2003
Queridos hermanos sacerdotes de la Iglesia ortodoxa de Grecia:
Me alegra encontrarme con vosotros durante vuestra visita a la Santa Sede y a la histórica ciudad de Roma, que tiene el honor de conservar las tumbas de los apóstoles san Pedro y san Pablo. Me alegro de este nuevo contacto que se entabla entre nosotros.
Vuestra presencia me trae a la memoria la gracia tan especial que el Señor me concedió, permitiéndome visitar a Su Beatitud Cristódulos, arzobispo de Atenas y de toda Grecia, y a la Iglesia ortodoxa de Grecia durante el año del gran jubileo, en el marco de mi peregrinación "tras las huellas de san Pablo". Debemos seguir construyendo sobre cimientos sólidos los vínculos fraternos y evangélicos que experimentamos en aquella circunstancia. También vuestra visita a Roma constituye una valiosa iniciativa en este sentido, para conocernos y apreciarnos mejor y para experimentar modalidades de relación que faciliten la comunión.
Oro constantemente al Señor para que nos disponga a todos a abrir nuestro corazón a su súplica: "Que todos sean uno" (Jn 17, 11. 21), y nos capacite para una genuina obediencia a su voluntad, de modo que busquemos juntos los caminos de una colaboración más estrecha y de una comunión cada vez más profunda.
Os deseo de corazón que vuestra visita a los santos lugares de Roma, con los encuentros, las conversaciones y las ocasiones de confrontación, constituya una experiencia positiva y útil para vuestra vida sacerdotal. Que el Espíritu Santo acompañe siempre vuestro ministerio y refuerce el testimonio que cada uno de vosotros da del Evangelio de nuestro Señor común.
Os pido que transmitáis a Su Beatitud Cristódulos, y al Santo Sínodo que lo rodea, mi saludo más cordial y mis más sinceros deseos de todo bien y prosperidad en el Señor.
¡La gracia y la paz del Señor estén con vosotros!
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