CARTA DEL SANTO PADRE JUAN XXIII
AL CARDENAL CICOGNANI EN SU 80 ANIVERSARIO

A nuestro venerable hermano
Amleto Juan S. R. E. cardenal Cicognani
Secretario de Estado

Te deseamos toda suerte de felicidades en el ochenta aniversario que dentro de poco has de celebrar, venerable hermano nuestro. Si pedimos para ti un fausto día, es porque nos lo inspira la caridad de benevolencia que para ti sentimos y la gratitud que vivamente te profesamos por la suma diligencia con que te entregas a la resolución de los negocios públicos de la Iglesia.

Eres nuestro asiduo colaborador, y no solamente te estimamos por ello en mucho, sino que también y ante todo te amamos. Pues dotado y adornado con un gran afán religioso, con una manera de ser sencilla y generosa, y una gran prudencia en los negocios, sin descanso nos ayudas con tu madurez y diligencia.

Que Dios te conceda por ello el galardón merecido, a quien ahora das gracias especiales, al contemplar, como empinado en alta cima por la celebración de tan singular acontecimiento, la gran abundancia de dones celestiales que se te han concedido. Te has ganado y estás consiguiendo excelsos merecimientos por tus servicios a la Curia Romana, especialmente como delegado apostólico en los Estados Unidos de América del Norte, como secretario de la Sagrada Congregación de la Iglesia Oriental y actualmente como secretario de Estado y por tu puesto de grave responsabilidad en la preparación del Concilio Ecuménico Vaticano II.

Es agradable el recordar los trabajos pasados, pues de ello se sigue un gran consuelo, que incita a emprender con renovado vigor nuevas empresas. Confesando que justamente tú puedes hacerlo, pedimos para ti la fecundidad de la ayuda celestial y te deseamos ardientemente que puedas celebrar tu aniversario durante una larga serie de años lleno de salud, activo, incólume, colmado de santa alegría.

Con estos augurios te damos la bendición apostólica, prenda de la gracia celestial, de todo corazón,

Palacio Vaticano, 24 de febrero de 1963, quinto año de nuestro pontificado.

JUAN PP. XXIII