CARTA DE SU SANTIDAD PABLO VI
A SU MAJESTAD HASSAN II BEN MOHAMMED
REY DE MARRUECOS*
En vísperas de la conferencia que reunirá en Rabat a numerosos jefes de Estado musulmanes, Vuestra Majestad tuvo la delicada atención de enviarnos un mensajero personal. Nos le estamos agradecido por este gesto deferente y Nos aprovechamos de buen grado esta ocasión para manifestarle Nuestros sentimientos en lo que respecta a Nuestra misión de conciliación y de paz.
Nos creemos deber certificar a vuestra Majestad que Nos hemos tomado nota con mucha alegría de las seguridades dadas por su enviado referentes a las intenciones de las altas personalidades que van a reunirse en torno a Vuestra Majestad en Rabat. Muy especialmente Nos estimamos su propósito de promover métodos pacíficos para el arreglo del terrible conflicto que ofrece el motivo para esta reunión, de inspirarse en la fe en Dios para encontrar una salida a la situación actual dentro de la justicia y del honor.
Si, en efecto, el recurso a la violencia es en todas partes deplorable, seguramente no hay otro lugar en el mundo en el que se haga más injuria a Dios qué en esta tierra bendita de Palestina, donde se hallan reunidos los recuerdos y los santuarios, con razón valiosos para los tres grandes grupos religiosos que profesan la creencia en Dios único y misericordioso.
Así, pues, Nos pensamos que los representantes de las tres religiones monoteístas deberían llegar a un acuerdo para reconocer el carácter único y sagrado de los “Santos Lugares» y de Jerusalén en particular: En vez de fomentar la división, el recurso al sentimiento religioso debería manifestarse como un principio de unión, que permitieran igualmente superar los antagonismos de orden político o militar y llegar a la concordia y a la paz. De esta manera, un episodio tan deplorable como el incendio de la mezquita de Al Aqsa, contribuyendo a reavivar los sentimientos religiosos y espoleando a hacer todo lo posible para salvaguardar el carácter único y sagrado de Jerusalén, podría facilitar finalmente la búsqueda de una solución que redunde en honor de Dios y de los Santos Lugares y que asegure a todos los afectados la concordia y la paz, tan deseadas.
Es el voto que Nosotros formulamos delante de Dios, y Nos es grato pensar que Nuestras intenciones coinciden en esto con las de Vuestra Majestad. De todo corazón, Nos invocamos sobre Usted y sobre quienes van a participar con Usted en la importante reunión de Rabat los favores de Dios Todopoderoso.
Vaticano, 21 de septiembre de 1969.
PAULUS PP. VI
*L'Osservatore Romano, edición en lengua española, n°40 p.5.
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