ALOCUCIÓN DEL PAPA PABLO VI
A LOS MIEMBROS DE LA SOCIEDAD EDITORA «STUDIUM»
Lunes 10 de febrero de 1964
Señores cardenales,
venerados hermanos,
ilustres profesores,
honorables y apreciados señores,
queridos amigos, licenciados y estudiantes:
Nos sentimos deudores de todos vosotros, patronos, miembros, autores y promotores de la Sociedad Editora "Studium", por vuestra presencia, que con las magnánimas y cordiales palabras del activo presidente de esta misma editorial, el apreciado profesor Juan Pedro Dore, y con la elocuencia misma del acto en sí, nos dice muchas cosas que llenan de emoción nuestro espíritu; es decir, nos demuestran, con plena evidencia, el desarrollo, la eficacia, la autoridad que la humilde empresa editorial de otro tiempo ha venido adquiriendo, con nuestra gran satisfacción y complacencia; nos dice las virtudes silenciosas y generosas de fidelidad, de desinterés, de idealismo, de positiva sabiduría, que han hecho posible este fenómeno, y llamamos fenómeno a una obra estudiantil, pobre como ardua, victoriosa del tiempo, y por sus muchas y significativas manifestaciones, más que rara, única en su género; nos demuestra vuestra cortesía al querernos asociar también, si no a los actuales méritos de la iniciativa, en los que ahora realmente no tenemos parte, a su memoria al menos, que conservamos con emoción; a sus conquistas, que ahora justamente celebráis, y, asimismo, a sus esperanzas, a las que muy gustoso damos nuestra confianza y nuestro aliento. Gracias de corazón. Aceptamos con vivo agradecimiento este testimonio de vuestra devoción y, permitidnos decirlo también, de vuestra amistad. Así, pues, aceptamos con gozo y aplauso el obsequio que nos hacéis de las publicaciones de la editorial; y aunque ahora las preocupaciones de nuestro oficio apostólico no nos permiten tiempo para variadas y extensas lecturas, como quisiéramos, no hemos perdido nuestra antigua afición por los libros; al contrario, está estimulada por los mismos deberes de nuestro ministerio, la llevamos ardiente y operante todavía en nuestro espíritu, como pasión que no remedian los años; antes al contrario, le dan nueva vitalidad.
Gracias de corazón, repetimos, porque este amable y singular encuentro despierta en nosotros recuerdos y pensamientos, deseos, propósitos, que quisiéramos expresar de una manera más adecuada, pero que ahora no tenemos tiempo. Queremos, sin embargo, aunque sea muy brevemente, referirnos a un solo punto relativo a esto, pues nos parece muy propicia la ocasión para repetíroslo a vosotros, dignos y calificados para comprenderlo mejor que cualquier otro y para darle el debido desarrollo: el gran tema de la cultura católica italiana, tan presente en nuestro espíritu y que tan importante nos parece en el balance inmenso de necesidades de nuestro tiempo. Naturalmente, nos limitamos a tocar uno de los aspectos del inmenso problema, el que nos parece más intencional y felizmente ilustrado por la modesta, pero no por ello menos gloriosa historia de la editorial “Studium”.
En efecto, este ensayo instrumental y colectivo de servicio a la cultura, con su triple y simultánea expresión de cultura universitaria, italiana y católica, ofrece algunas notas que nos parecen características y significativas; más aún, dignas de ser tenidas como programa no sólo de vuestra editorial, sino también de todas las demás que amen la promoción del pensamiento vivo y operante en el seno de nuestra sociedad.
La primera nota que encontramos en la idea originaria de la editorial fue y es la de hacer de la cultura católica un principio de cohesión, de comunión de ideas, de amistad espiritual y de colaboración intelectual. La asociación para la cultura es un episodio bastante frecuente, pero no lo es así la cultura para la asociación. Para quien conozca bien el ambiente cultural de nuestro mundo estudiantil y científico, esta nota de armonía de pensamiento, de laboriosidad colectiva no puede permanecer ignorada; es sabido cómo el individualismo caracteriza el campo de los estudios superiores, aunque las agrupaciones de estudio y trabajo no sean raras en el mundo de la
cultura; pero son siempre pocas, son preciosas, son frágiles, con frecuencia son cerebrales o comerciales; rara vez se afianzan y duran largo tiempo, y son sostenidas solamente por el valor de una fe común, no introvertida y hermética, sino dirigida de por sí al testimonio de la verdad y a la caridad del saber.
Pues bien; "Studium", editorial y revista, tendía a ser cenáculo, y a su modo lo fue. Nunca fue un grupo cerrado ni tampoco exclusivamente reservado a los iniciados, de acuerdo con una moda de pensamiento o de expresión, sino que fue una agrupación bien distinguida y calificada; mas, para decir la verdad, fue un manípulo, que buscó en la forma jurídica y burocrática de una pequeña cooperativa editorial el fortín de defensa, tanto en la propia, libre y honesta asociación como en la no menos honesta y libre manera de pensar y de concebir la vida. Sirvió de escudo en los avatares del servilismo y de la prepotencia de los años difíciles también para el sector escolar y cultural. Sirvió de empeño para una integridad de ideas y una ortodoxia de costumbres mental y moral, que al mirarla ahora, con la perspectiva del pasado y en el marco histórico de la vida italiana, en lugar de desaparecer se engrandecen, y nos parecen hoy tan bellas, tan singulares como para ser motivo de encomio para quien tuvo el coraje y el honor entonces de profesarlas, de ejemplo y testimonio para quien tiene la fortuna de recordarla.
La experiencia en sus orígenes tenía otra nota, y todavía la conserva después de haberla confirmado suficientemente: la de la esperanza. La esperanza en el renacimiento de nuestra cultura, no para arrancarla, como alguno piensa, de sus raíces tradicionales genuinas, sino para sacar de estas mismas raíces el alimento y el estímulo para saludables y modernas novedades. Nacido de jóvenes, el pequeño experimento llevó a nuestro campo editorial, con las imperfecciones y los límites propios del verdor de la edad que los alentaba, el ardor, la confianza, el propósito de una renovación y de un florecimiento juvenil del libro católico; y si no conquistó los primeros puestos en el campo editorial, que, por lo demás, no pretendía, realizó y realiza todavía su misión de estímulo y de servicio a la cultura católica, especialmente en su fase naciente, que nos parece muy digna de simpatía y aliento.
Mérito de los queridos y buenos amigos difuntos, hace poco nombrados por el presidente de la editorial, y mérito de quien ha recogido su hermosa y grave herencia, que hace de la modesta y valerosa institución una enseñanza de amistad espiritual, de colaboración intelectual, de contribución cultural, de testimonio doctrinal al servicio de la verdad y con espíritu de caridad.
Mérito que Nos reconocemos gustoso y bendecimos en vuestras personas y en vuestros propósitos.
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