DISCURSO DEL SANTO PADRE PABLO VI
A LOS PARTICIPANTES EN LA VII CONFERENCIA
DEL CONGRESO DE LOS PODERES LOCALES
Y REGIONALES EUROPEOS*
Domingo 17 de octubre de1964
Señores,
Nos alegramos de recibiros en Nuestra casa y de saludaros en vuestra calidad de miembros de los Séptimos Estados Generales de los Municipios y de otros Poderes locales europeos. Nos saludamos particularmente a las altas personalidades a las que corresponden pesadas responsabilidades en los distintos organismos europeos y cuya presencia en vuestro congreso es un signo seguro de su importancia. Por otra parte, ¿vuestra propia presencia, Señores, tan numerosa, en estas reuniones, no es acaso igualmente otro signo de la vitalidad actual de una Europa que se busca a si misma y que se da perfectamente cuenta de que el porvenir exige su unión?
Se ha cumplido una tarea considerable en el camino de la creación de una Europa unida tanto en las cumbres como a nivel de las colectividades locales, y todos pueden ya comprobar las felices consecuencias de estas iniciativas. ¡Qué esto sea un estimulo para perseverar con energía y constancia!
Sabéis que la Iglesia católica se ha interesado siempre por este problema capital. El Papa Pío XII, de venerada memoria, se pronunció muchas veces en favor de la unificación de Europa. En 1947, con motivo del XIV centenario de San Benito, y de nuevo en 1958, Nuestro Predecesor presentó al fundador de la orden benedictina como al padre de Europa y pidió su protección para que el Señor "ayude actualmente a todos aquellos sobre quienes pesan graves responsabilidades, a fin de que puedan a su vez realizarse felizmente sus esfuerzos comunes con miras a unir a los pueblos de Europa por medio de los lazos de una verdadera fraternidad".
Juan XXIII, lo sabéis perfectamente, Señores, tenía las mismas ideas. Hace muy poco, Nos recibimos a los miembros del Grupo democrático cristiano del Parlamento europeo y Nos reiteramos Nuestros estimulo, y Nuestros votos por la realización de una tarea muy compleja, es cierto, pero cuya necesidad resulta vital para la Europa de mañana y también tal vez para el inundo.
Sabéis que los caminos pueden ser distintos para lograr esta Europa de mañana. Todos sabéis por experiencia que el advenimiento de una Europa unida plantea problemas delicados de orden político, económico, social y psicológico. Mejor que nadie vosotros estáis enterados de esta complejidad y os esforzáis según los medios que consideráis más eficaces por resolver progresivamente sus distintos aspectos.
Nos os felicitamos y os alentamos con todo el corazón. La mayor parte de vosotros sois administradores de conjuntos urbanos o rurales, lo cual exige un gran espíritu de devoción al servicio del bien general. Y con el fin de conseguir un bien general más amplio, según las dimensiones de Europa, habéis sentido la necesidad de reuniros y de comparar vuestras experiencias. Que Dios os asista en esta tarea, Nos se lo pedimos con toda el alma, mientras Nos invocamos sobre vosotros, vuestras familias y vuestras patrias las más abundantes bendiciones.
*ORe (Buenos Aires), año XIV, n°635, p.2.
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