PEREGRINACIÓN DE PABLO VI A BOMBAY
SALUDO DEL SANTO PADRE
AL PRESIDENTE DEL LÍBANO
Aeropuerto de Beirut
Miércoles 2 de diciembre de 1964
Agradecemos de todo corazón a S. E. señor Charles Helou, Presidente de la República, a quién conocemos desde hace largo tiempo; a los señores miembros del Gobierno y señores diputados, a las autoridades religiosas y civiles, así como a todos aquellos que han tenido a bien venir al aeropuerto de Beirut para saludarnos.
La Providencia ha permitido que de esta manera pudiéramos responder a la invitación que no pudimos darle acogida cuando nuestro viaje a Tierra Santa y que las autoridades libanesas, una vez más, nos habían renovado amablemente en esta ocasión.
Es para Nos un gozo tener esta oportunidad de establecer un contacto directo con un país que Nos es particularmente querido y que mantiene con la Santa Sede las más cordiales relaciones.
El Líbano, Nos es agradable decirlo en esta ocasión, ocupa un honroso lugar en el concierto de las naciones. Su historia, su cultura, el carácter pacífico de sus habitantes le han ganado la estima y la amistad de todos. Sus antiguas y venerables tradiciones religiosas, sobre todo, Nos parecen dignas de ser mencionadas por Nos con todo elogio. Particularmente, no podemos olvidar todo lo que representa para la Iglesia la fe de todos los pueblos libaneses, expresada en la armoniosa diversidad de ritos, en la abundancia y variedad de las comunidades religiosas y monásticas, en las múltiples actividades de orden apostólico, educativo cultural o de caridad.
La Iglesia aprecia y alienta todos estos esfuerzos de sus buenos hijos del Líbano y Nos gozamos pudiéndoles expresar aquí nuestro testimonio, en presencia de sus jefes religiosos.
Saludamos igualmente con la mayor cordialidad a cuantos, sin distinción de ritos ni de comunidad, han querido manifestar, con su presencia aquí, su estima de los valores espirituales de los que la Iglesia es depositaria, y al mismo tiempo manifestar su benevolencia hacia nuestra humilde persona. El mundo árabe, al que pertenecen, se nos mostró, cuando nuestro viaje a Tierra Santa, con un carácter de espontaneidad en la acogida, de gozoso entusiasmo, que han quedado y quedarán por siempre impresos en nuestro recuerdo.
Con estos sentimientos de viva simpatía dirigimos nuestro saludo a cuantos, cristianos y no cristianos, han tenido a bien venir aquí a recibirnos hoy, sobre los cuales, sobre sus autoridades temporales y espirituales y sobre su noble y bella patria libanesa, tan dignamente representada por el Presidente de la República, invocamos la abundancia de los divinos favores.
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