DISCURSO DE PABLO VI
A LOS ESTUDIANTES DE VENEZUELA
Sábado 24 de septiembre de 1966
Amadísimos hijos, estudiantes de Venezuela:
Con nuestras primeras palabras de paternal bienvenida, deseamos expresaros también la viva complacencia con que hemos accedido a vuestros anhelos de ser recibidos en audiencia, el consuelo que vuestro homenaje Nos proporciona, la gratitud de Nuestro corazón por la generosidad que, bien sabemos, os distingue cuando contribuís a la beneficencia del Vicario de Cristo, el reconocimiento por los devotos sentimientos que os han impulsado a llegar hasta la Casa del Padre Común con Nuestro digno Representante en la amada Nación Venezolana.
Como Padre que sigue de cerca a sus hijos y con ellos se abre confiadamente, Nos servimos de esta grata oportunidad para testimoniar con cuánto interés miramos todas aquellas iniciativas que tienden a la educación cristiana de la juventud y par manifestaros las esperanzas que en vosotros tenemos.
Sois jóvenes. Un conjunto de cualidades caracteriza vuestra edad: la valentía, la decisión, el entusiasmo. Aprovechadlas, bajo la guía de vuestros beneméritos maestros, para orientarlas hacia unos ideales altos que, por su seriedad y bondad, valgan la pena de vuestros esfuerzos y contrarresten los peligros que pueden insidiaros.
Sois estudiantes. Cumpliréis un deber sagrado, y con ello daréis una satisfacción a vuestro afán de progreso, a las legítimas esperanzas de vuestros padres, a Nuestra solicitud por vosotros, si continuáis utilizando, metódica y generosamente, las horas propicias para la instrucción de vuestras mentes, convencidos de que el estudio es también un tirocinio para modelar el carácter, para robustecer la voluntad de la que, en gran parte, dependerán vuestros éxitos de hoy y de mañana que os auguramos grandes y continuos.
Sois católicos. Confiamos en que este timbre de gloria sabréis abrillantarlo con una vida vigorosa cristiana, practicada interiormente y proyectada, con conciencia de responsabilidad coherente y reflexiva, al ambiente que os circunda para edificarlo mediante el ejemplo de vuestras virtudes.
Pedimos al Señor que os mantengáis siempre fieles a las exigencias de estos títulos para que vuestra Patria, por Nos tan querida, —a la cual os sentís tan unidos con vínculos de amor y de gratitud— encuentre en vosotros ciudadanos modelo y la Iglesia fervientes hijos.
Con estos votos, y mientras Nuestro pensamiento y Nuestro afecto convergen en cuantos ocupan puestos de influjo docente en vuestra Nación y en todos los estudiantes venezolanos, Nos complacemos en otorgar, particularmente a vosotros, a vuestros profesores y familiares, una especial Bendición Apostólica.
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