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DISCURSO DEL SANTO PADRE PABLO VI
AL NUEVO EMBAJADOR DE COLOMBIA
ANTE LA SANTA SEDE*

Viernes 21 de marzo de 1969

 

Señor Embajador,

Con atención y complacencia profundas hemos escuchado las expresiones que Vuestra Excelencia acaba de dirigirnos al presentar las Cartas Credenciales que lo acreditan como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de Colombia ante la Santa Sede.

Múltiples sentimientos invaden nuestro ánimo en esta circunstancia: de gratísimo recuerdo hacia su ilustre y benemérito antecesor, Don José Antonio Montalvo; de bienvenida cordial hacia Vuestra Excelencia, quien llega con la preciosa experiencia de relevantes cargos ocupados en su País y de los años durante los cuales desempeñó la misma misión que hoy reanuda; de simpatía imborrable hacia la queridísima Nación Colombiana.

Su presencia y sus delicadas palabras, Señor Embajador, han avivado en nuestra memoria las jornadas que providencialmente transcurrimos en Bogotá. Permitidnos decir que aquellos itinerarios, apretados de ciudadanos creyentes, entusiastas y honrados, y cuanto en ellos vimos y oímos, dejaron en nos una huella indeleble de gozo y de esperanza pastorales. ¿Cómo no evocar - entre tantos otros momentos - los del Campo Eucarístico, los de San José de Mosquera, los de Santa Cecilia, los de la Catedral y su Plaza de Simón Bolívar, donde percibimos una Iglesia palpitante?

Entonces, a la luz del Misterio del Amor Sacramentado, fuente y exigencia de caridad entre los hombres y de sociabilidad equilibrada y fructuosa, hablamos de la promoción integral humana que ha de alcanzar a todos. Tuvimos asimismo la oportunidad de invitar a que cada uno desarrollase plena y responsablemente, dentro del orden, de la legítima libertad y del respeto de los derechos, su vocación cívica, social y cristiana. También entonces alentamos a quienes se esfuerzan por promover y consolidar estructuras eficaces y estables que garanticen la convivencia nacional y la paz en el mundo.

Todos estos ideales a que Vuestra Excelencia ha aludido y que concuerdan con los valores de religiosidad y de civismo característicos de Colombia, los volvemos a ratificar impulsados por la misma solicitud con que nos brotaron; en nuestro ministerio y en la Iglesia, fiel a su naturaleza espiritual, no caben con estas exhortaciones otras miras sino las de servir a los hombres, como a una gran familia que camina en la tierra peregrina hacia el Padre.

¡Señor Embajador! Al formular ardientes votos por el cabal cumplimiento de su alta misión y para que ella contribuya a mantener y a estrechar las relaciones, felizmente existentes, entre la Santa Sede y Colombia, queremos asegurarle nuestra benevolencia a la vez que invocamos sobre su persona, sobre el Excelentísimo Señor Presidente y el Gobierno de su Nación, y sobre todo el dilectísimo Pueblo Colombiano, copiosas bendiciones divinas.

        


*AAS 61 (1969), p.252-253.

Insegnamenti di Paolo VI, vol. VII, p.153-154.

L'Osservatore Romano 22.3.1969, p.1.

L’Attività della Santa Sede 1969, p.112-113.

L'Osservatore Romano, edición en lengua española, n.13 p.9.

 



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