DISCURSO DE SU SANTIDAD PABLO VI
AL PRESIDENTE DE TANZANIA, JULIUS K. NYERERE*
Jueves 16 de octubre de 1969
Señor Presidente:
Nos estamos de veras contento de dar la bienvenida a su excelencia una vez más en Nuestra morada y manifestamos Nuestros respetuosos y cordiales sentimientos.
Nos complace no sólo recordar la última visita que Nos hizo en el Vaticano, sino también nuestros memorables encuentros en Kampala. Allí, Nos entramos en contacto con las realidades de África, con sus aspiraciones profundamente sentidas, con sus inmensas potencialidades y con sus necesidades presentes.
Nos damos mucha importancia al progreso integral de los pueblos el gran continente africano, objetivo digno de bien fundadas esperanzas. Lo quisiéramos ver bendecido con la paz y seguridad y también que se asegurara su rápido progreso. Es también nuestro deseo más íntimo que allí florezca la dignidad de la persona humana, esta dignidad que, para ser fuerte y protegida, debe encaminarse hacia un progreso material y moral.
La misión propia de la Iglesia es religiosa: la de sembrar el mensaje de la redención por Cristo. Pero ofrece también de buena gana su apoyo moral y, donde ello es posible, también material, a los programas que el poder civil emprende para el bien común, en particular en los campos de la enseñanza, de la asistencia y de la elevación de los menos privilegiados.
Nos sabemos que los católicos de Tanzania no ceden a nadie en su amor por la patria, en la lealtad constante que manifiestan en su actuación, y en su espíritu de cooperación con otras denominaciones religiosas de modo que todos puedan convivir dentro del orden y de la armonía. Las enseñanzas de su fe, y las virtudes de justicia y caridad, que ella inculca, les empujan a dar una bienintencionada y generosa contribución al bienestar de su país.
Nos proclamamos Nuestra esperanza y deseo de que Tanzania adhiera cada vez más a los principios de la paz y de un interés por la vida social que se inspira en los más altos valores del espíritu. Actuando de esta forma será fiel a las tradiciones de África y realizará siempre las legítimas aspiraciones de su pueblo.
Nos queremos hacer mención especial de la familia. La Iglesia sostiene a esta institución que le es tan querida y sostendrá en el futuro sus cualidades fundamentales de unidad e indisolubilidad. Y dentro de la familia, la mujer ocupa una posición de particular importancia. « A la mujer africana se le pide hoy que adquiera una conciencia cada vez más clara de su dignidad de persona, de su misión de madre, de sus derechos a participar en la vida social y en el progreso del África moderna» (Mensaje « Africae terrarum », art. 36).
A Vuestra Excelencia, a quien se ha confiado el honor y la responsabilidad de presidir su gran país en años tan llenos de significado para su futuro, Nos le aseguramos una vez más nuestro profundo respeto, nuestra calidad amistad, y nuestra oración para que Dios sea siempre su guía y su auxilio. Y Nos impartimos de corazón Nuestra bendición apostólica a usted y a su familia, invocando también sobre todo el pueblo de Tanzania los más escogidos favores de Dios para una auténtica prosperidad y bienestar.
*L'Osservatore Romano, edición en lengua española, n.46 p.9.
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