DISCURSO DEL SANTO PADRE PABLO VI
A LA SOBERANA ORDEN DE MALTA*
Lunes, 8 de julio de 1974
Nos conmueve profundamente el devoto homenaje que la Soberana Orden de Malta acaba de atribuirnos también este año por medio de su Gran Maestre y de sus consejeros, aquí presentes, a quienes Nos dirigimos nuestro afectuoso y reverente saludo.
Este encuentro con los ilustres representantes y dirigentes de la Orden Nos ofrece también ocasión de reafirmar Nuestra sincera estima por la benemérita actividad que vuestra Orden, en una sentida fidelidad a su vocación específica, realiza en los varios continentes en el campo de asistencia sanitaria y de obras de caridad de todo tipo.
Por esta ayuda que dais a tantos hermanos enfermos, sufrientes, necesitados, por el consuelo que les prestáis, Nos os expresamos Nuestro más vivo reconocimiento. La caridad constituye, en efecto, un testimonio cristiano de altísimo valor, ya que lleva las almas a Cristo y hace que desciendan abundantemente las bendiciones de Dios.
Nos quisiéramos exhortaros a que mantengáis esta gran estima de vuestro servicio, a que lo cumpláis continuamente con desinterés, humildad, y sobre todo con ese espíritu de fe que confiere a las obras un vigor, una dignidad y un mérito de carácter sobrenatural. Esto se realizará sin duda alguna, si, junto con el cuidado de perfeccionar cada vez más vuestros servicios a nivel técnico y organizativo, la Orden se preocupa de asegurar a sus miembros una adecuada formación espiritual, la sola que podrá garantizar a la Orden su espíritu inicial, su propia razón de existir.
Con estos sentimientos Nos formulamos los mejores votos por vuestra actividad, y como prenda de las más selectas gracias del cielo Nos impartimos a vosotros aquí presentes, a todos los miembros de la Orden y a sus familias Nuestra paterna bendición apostólica.
*L'Osservatore Romano, edición en lengua española, n. 29, p.8.
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