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DISCURSO DE SU SANTIDAD PABLO VI
AL EMBAJADOR DE LA INDIA ANTE LA SANTA SEDE
*

Sábado 24 de agosto de 1974

 

Señor Embajador:

Nos complace recibir de Su Excelencia, las Cartas que le acreditan como Embajador extraordinario y plenipotenciario de la República de la India. Le damos la bienvenida y le agradecemos cordialmente las amables palabras que nos ha dirigido no sólo en nombre propio, sino también por encargo del Presidente y del Gobierno de su país.

Por nuestra parte deseamos rogarle que presente a Su Excelencia el Presidente y a las autoridades del Gobierno nuestros sentimientos y nuestro aprecio por sus buenos deseos. Asegúrele, además, nuestra constante oración e interés por su patria y por todo su pueblo.

Tal como Ud. ha recordado, las diferencias religiosas y culturales son en la India reconocidas y respetadas. Este hecho sirve para unir a los ciudadanos mutuamente con caritativo y comprensivo afecto, como hermanos bajo la común paternidad de Dios. Y nos complace saber que este mutuo honor y estima se practica tanto en los niveles populares como en las más elevadas instituciones del país.

Nuestra inolvidable visita a la India en 1964 nos permitió constatar con mayor conocimiento de causa, tanto los enormes problemas como las incalculables posibilidades de su país. Esto presta una nueva dimensión a nuestra solicitud e interés y confirma nuestra convicción de la importancia de la colaboración de la iglesia, a la que Ud. ha aludido cortésmente, en los campos educativo y humanitario, y por supuesto, en el de su misión espiritual. Sentimos un gozo especial al recibir de Ud. la confirmación de que en la India se aprecia esta colaboración.

La armónica coordinación en la planificación de recursos físicos y de esfuerzos hace que el desarrollo de la India avance constantemente; deseamos con toda el alma que prosiga y que se afiance con la paralela armonía de mente y corazón de todos los ciudadanos. Por esta camino, el progreso material y científico contribuirá no a la guerra sino a la paz, a aquella paz, que, lo hemos dicho ya en otra ocasión, y lo repetimos ahora, es el nuevo nombre del desarrollo (cf. Populorum progressio, 87; AAS, 59, 1967, p. 299).

Durante su estancia aquí, que esperamos muy fructífera, Ud. puede estar seguro de nuestro constante interés y colaboración para el cumplimiento de su tarea. Para Ud. Personalmente, y para la noble nación que representa, pedimos abundancia de favores al Dios Todopoderoso. Dios bendiga a la India.


 

*L'Osservatore Romano, edición en lengua española, n.36, p.4.

 



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