RADIOMENSAJE DE SU SANTIDAD PÍO XII
A LOS FIELES CHILENOS CON MOTIVO
DE LA INAUGURACIÓN DE «RADIO CHILENA» *
Lunes 11 de enero de 1953
Amadísimos hijos, católicos de Chile, que en estos instantes sintonizáis con «Radio Chilena» para oír la transmisión extraordinaria que da comienzo a su nueva vida:
Una vez más, en el breve término de pocos meses, una Radio Católica comienza a funcionar en el ámbito de los pueblos americanos de abolengo hispánico; y una vez más también, con el corazón rebosante de gozo, accedemos gustoso a dedicarle unas palabras, convencidos como estamos de la trascendental importancia de tan eficaz medio de difusión, en la batalla que la Iglesia pelea con armas pacíficas bajo todos los cielos en pro de la auténtica verdad, de la indispensable moralidad, de la estricta justicia y del sincero amor, no sólo entre los hombres, sino también entre todas las naciones.
« In omnibus gracias agite», dad en todo gracias al Señor (1Ts 5, 18), porque si los hijos de las tinieblas han sido otras veces más avisados, ésta no se han quedado atrás los hijos de la luz (cf Lc 16, 8).
Fue ayer la Colombia hermana. Hoy, es el amadísimo Chile, la nación en cuya vida tanta parte ha tenido siempre la Iglesia, no sólo por lo que toca a su formación y a la sucesiva armonización de las clases que integran su sociedad, sino también hasta por lo que se refiere al cultivo de las ciencias profanas, donde, para recordar solamente algunos ejemplos, no hay quien no sepa lo que la patria debe al jesuita Juan Ignacio Molina en la Historia Natural, a su hermano en religión Havestadt en el estudio y enseñanza de las lenguas indígenas y al insigne sacerdote Alonso de Ovalle en el campo de la Historia.
Ni era tampoco terreno para vosotros desconocido éste de la Radio, pues con no poca satisfacción hemos seguido en él vuestros esfuerzos durante estos últimos lustros; esfuerzos, que se fueron concretando: primero, en el Departamento Nacional de Radio surgido en el seno de la Acción Católica desde 1947; luego, en la filial de la Organización Internacional Católica de la Radio y Televisión, que funciona en Santiago desde la primavera del año pasado y cuyos programas sobre la Biblia, en América y fuera de América, sabemos que justamente han despertado tanto interés; y ahora en esta emisora, adquirida y organizada de nuevo con tan prudente iniciativa, tan loables esfuerzos y tan costosos sacrificios.
Nos Nos la imaginarnos ya trasmitiendo a través de sus antenas, desde la hermosa y bien emplazada Santiago y Nos parece ver que sus ondas suben veloces, recorriendo lo largo el encantador valle central —hasta los ricos territorios de Tacna y Arica—, verdadero regalo del cielo a un pueblo a quien quería realmente beneficiar; que descienden raudas hasta Castro y Ancud, hasta la Tierra del Fuego, hasta esas islas incontables, verdadero jardín del mar, don que el Señor ha ofrecido a una estirpe que deseaba. amablemente recrear; que vuelan impalpables sobre los Andes soberbios y sobre sus mudos y solitarios volcanes, para llevar los ecos del Evangelio a las naciones hermanas, con alas más poderosas que las de vuestro cóndor nacional; que superan por fin, en una especie de reflujo armónico, los bordes de la cordillera litoral, descendiendo a las playas sin fin de vuestro Océano y desparramándose por el mar, para ofrecer a todo el mundo un mensaje de verdad, un mensaje de caridad.
Ojalá. que, por lo que a vosotros se refiere, chilenos amadísimos, os puedan servir siempre de ayuda en la defensa y consolidación de vuestra fe, en el fomento y perfección de vuestra unidad.
Allá, en los primeros meses de Nuestro Pontificado, al tener el placer de recibir a una peregrinación de vuestro país, os exhortábamos ya a «mantener incólumes vuestra fe y vuestra unión»; años después, dirigiéndonos a vuestro octavo Congreso Eucarístico Nacional, pedíamos al Dios escondido bajo las sagradas especies que conservase «la fe ... y perfeccionase la unidad de vuestro pueblo»; finalmente, no hace mucho, hablando a vuestro primer Congreso Mariano Nacional, os pedíamos que os sintieseis, «ante el altar de la Madre de Dios... siempre hermanos, prometiéndole trabajar unidos por los intereses de su Divino Hijo, de la Iglesia por El fundada y de la santa religión».
Sea ésta también hoy la sagrada misión que gustosamente confiamos a la «Radio Chilena»: «ut non deficiat fides vestra» (cf Lc 22, 32), « ut caritas vestra magis ac magis abundet (Fil 1, 9), que vuestra fe no desfallezca, que vuestra caridad crezca más y más. Sea ésta, desde hoy para siempre, su intención principal: la defensa de una creencia alevosamente insidiada por el enemigo malo, en el terreno mismo de la Radio, con la siembra de su falsa semilla en un terruño donde ni puede ni debe arraigar ; el fomento de la mutua comprensión y de la unión entre los católicos de un pueblo donde les bastaría esforzarse de consuno para llevar siempre a la victoria sus ideas y sus principios; y, como medio general para alcanzar todo esto, la difusión inteligente y generosa de la doctrina de la Iglesia, especial-mente de esa doctrina social que en vuestro solar ha tenido apóstoles como el inolvidable Prelado González Eyzaguirre, enumera fastos como el famoso Congreso Social Católico de 1910, y ha producido obras como esas Ligas y esos Círculos que tanta utilidad han procurado a toda la nación.
El pueblo chileno se gloría de ser una estirpe indómita que nunca ha cejado ante ninguna dificultad; de un excelente sentido práctico, que en las peores encrucijadas de la Historia le ha indicado siempre el camino seguro ; de una gentileza y bondad natural, que a todos le ha hecho siempre amable y bienquisto. Vuelen, pues, las ondas de «Radio Chilena» en esta hora tenebrosa del mundo con santa audacia y valor ; sepan ellas encontrar el resquicio por donde han de tener entrada en todo lugar y, mejor todavía, en todo hogar ; aprendan a presentarse con aquellos atractivos y aquel conveniente decoro que se puede exigir a quien es portador de los más altos valores humanos, morales y espirituales; gocen siempre del dulce patrocinio de vuestra Reina y Señora, la Virgen del Carmen, a quien especialmente os encomendamos en este Año Mariano, que hemos propuesto al mundo para su mayor bien y su más segura salvación; sientan igualmente la segura protección de su patrono el Arcángel San Gabriel, que fervorosamente invocamos; y sepan que siempre las acompañan Nuestros mejores deseos y Nuestra más amplia Bendición.
Bendición, que en estos momentos queremos dar a Nuestro amadísimo Hijo, el venerable Príncipe de la Iglesia, cuyo nombre queda en el frontal de la nueva emisora como una bandera, un programa y un escudo ; a cuantos con su trabajo y su generosidad han hecho posible una realidad tan hermosa; a los directivos técnicos y empleados todos y a cuantos en estos momentos oyen Nuestra voz, no menos que a todo el amadísimo pueblo chileno.
* AAS 46 (1954) 56-58.
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