DISCURSO DEL SANTO PADRE PÍO XII
A LA CAPILLA POLIFÓNICA
DEL COLEGIO OFICIAL DE MÉDICOS DE BARCELONA*
Miércoles 29 de agosto de 1956
Si se ha dicho siempre que la caridad es ingeniosa, porque cuando hay verdadera caridad se encuentran, para ejercitarla, los medios más recónditos y hasta más increíbles, no podrá extrañar a nadie hoy el saber que se halla en Nuestra presencia un coro, una «Capilla Polifónica», formada nada menos que por médicos, con la colaboración de sus familias, y dedicada especialmente a suavizar las horas interminables, las horas tristes, las horas dolorosas de sus enfermos, con un alarde tal de delicadeza y de bondad que casi diríamos que Nos ha enternecido.
Bienvenida, pues, una y muchas veces, la «Capilla Polifónica del Colegio Oficial de Médicos de Barcelona», y que el Señor le pague su caridad como Él sabe hacerlo, y como Nos se lo pedimos. Médicos sois y sabéis perfectamente que los remedios no son únicamente los que están encerrados en un botellín o en una jeringa; hay en el hombre algo que vale mucho más y que es mucho más decisivo; y a ese algo, para confortarlo, para sostenerlo, para reanimarlo y sanarlo, se llega también con la música. Y quién sabe si más de una vez una dulce melodía, un acorde armónico y pleno, un trozo lleno de alegría y de movimiento, habrán hecho por la salud de vuestros enfermos mucho más que las medicinas de la farmacopea.
La tradición ha querido muchas veces ver a los ángeles acompañando a las almas buenas que, guiadas por la cristiana caridad, corrían a la cabecera de los enfermos. El arte cristiano ha representado también muchas veces a los ángeles reunidos en suavísimos coros o con sencillos instrumentos en las manos. Sean siempre vuestros coros una imitación de los coros angélicos, por la selección de vuestras canciones, por la delicadeza de la ejecución, por la pureza de la intención; pero séanlo sobre todo por vuestra misma vida, una vida que os haga dignos, de una actividad tan delicada, tan santa y tan cristianamente loable.
Deseándoos las más abundantes gracias divinas, os bendecimos de modo especial y bendecimos también a vuestros amadísimos enfermos, a quienes llevaréis el recuerdo, el cariño y los mejores votos del Padre común, el Papa.
* Discorsi e Radiomessaggi, vol. XVIII, pág. 389.
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